En la vida es fácil encontrarse con estos seres monstruosos. No son tan exclusivos de los cuentos de terror. Andan regados por todos lados, crecen como la chipica, o como esos tréboles molestos entre las plantas. No es que lo inventó el autor de Hannibal Lecter y se ganó un premio por la originalidad.
Y por informales y domésticos, se vuelven tanto más peligrosos. Pueden estar dentro de tu familia, manejando un colectivo o dando una misa. Hasta detrás de un disfraz de muñeco de esos patéticos que obligan a los padres a comprarle un globo a un niño en una esquina.
Pueden venir en formato de jefe acosador, cura inmoral o marido golpeador. Todo el mundo puede cruzarse con uno de ellos y en verdad, no es fácil darse cuenta que están ahí, lo más probable es que uno sea engañado por su presencia, y cuando ya nos hemos puesto sobre aviso, sea demasiado tarde, y el infecto ser ya nos haya dejado clavado el aguijón de alguna forma.
Por eso, creo que una buena campaña en defensa de todas las personas que se los pueden encontrar en la otra esquina, sería desenmascararlos. Un escrache público, al estilo de los que se les hacen a los represores, no sería mala idea, pero no es tan fácil de llevar adelante.
Sin embargo, una campaña de desprestigio boca a boca, es una solución posible y no cuesta nada. Es más: a quien no le gusta contar lo que escuchó por ahí de tal o cual persona. Tanto más hay que hacerlo si el individuo se lo merece.
Una excelente idea que no es mía, sino de una amiga mala y creativa, es hacerlo acompañar al sujeto/a por un delivery del escrache, alguien que lo siga con un megáfono al supermercado, al video club, a la escuela de sus hijos y a su trabajo contándole a toda la sociedad lo que fue capaz de hacer el adefesio mal formado que la juega de sociable y paga los impuestos.
Ya que no hay un tribunal para juzgar a los mentirosos/as sentimentales, a los especuladores afectivos, a los engañadores/as, violentos y violentas, a los que se escudan detrás de su normalidad, a los instigadores/as al suicido psicológico, a los demoledores/as de autoestimas ajenas, PUES AFECTADO O AFECTADA: LA CONDENA SOCIAL ES EL CAMINO MÁS FÁCIL; ABRACÉMOSLO!
Y si no tenemos como bancar un escrachador al paso, hagámoslo artesanalmente: que cada persona que conocemos, se entere de la verdad. Aquel que parece a un buen vecino o vecina, es en realidad un psicópata de maceta. Que al menos se haga cargo de su propia muerte cívica.
1 comentario:
ja! Muy bueno!!! Yo tambien soy una Briget Jones
Saludos!
Vans.
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