El mundo es un lugar molesto para mi. Desde pequeños inconvenientes, como revolver el bolso porque no doy con las llaves y encontrarlas enredadas en los auriculares del mp3, hasta grandísimas molestias, como no conseguir un taxi cuando salgo del supermercado cargada de bolsas, todo puede ser pasible de de arruinarme la vida hasta el otro día. Sin embargo, de las miles de chanchadas que nos depara la cotidianeidad, no hay nada que me predisponga peor para subsistir que alguien me hable cuando me subo al colectivo a la mañana.
Para mi el viaje en micro se hizo para pensar.
Por eso prefiero salir antes de mi casa y enganchar el que más tarda en llegar a mi trabajo.
El viaje es mi agenda mental. Mirar por la ventanilla me abre la imaginación.
Resuelvo problemas, se me ocurren ideas,organizo notas, recuerdo lo que tengo que hacer y saco cuentas.
Por eso, odio tomar contacto con la gente en este tramo de mi existencia. No soporto contestar el celular,saludar y conversar. He dejado de hablarme con personas conocidas para siempre sólo porque coincidía con ellas en el mismo pasaje, y sabía que si una vez las saludaba, tendría que ir charlando con ellas cada vez que nos cruzáramos. Por eso, y esto es la pura verdad, prefiero pasar por antipática, insoportable, desagradable y pedante, y no estar a merced de estas charlas mañaneras que me caen peor que comerme un pedazo de pizza fría en ayunas.
Quizás puedo enviar un sms, a lo sumo, dos o tres mientras me deleito con las maravillas del transporte público de pasajeros, pero ni siquiera soporto escuchar música, aunque los auriculares me han salvado en más de una oportunidad de algún pasajero molesto que quiere iniciar un intercambio verbal imprudente y mal educado. Detesto darme cuenta que alguien me está mirando fijo, listo para encarar el diálogo.
El colectivo no se ha hecho para andar uniendo soledades, ni como terapia de grupo para gente que no tiene con quien hablar. Al menos a mi, no me miren. No tengo intenciones de sacar a nadie de su pozo depresivo y solitario. Yo estoy feliz con mi soliloquio, Háganme caso, sigan mi ejemplo! conversen para adentro que hace muy bien.
abadía y camellos
Hace 7 años