miércoles, 29 de diciembre de 2010

Mujeres, ¿las felices gallinas ponedoras de la historia?


Fui una descuidada ginecológica durante muchos años. Sin embargo, entré en razones hace poco tiempo y ahora asisto regularmente a esa degradante y necesaria ginovisita anual. Si bien la doctora X está dentro de los parámetros de tolerabilidad que puede resistir mi espíritu, ella, como toda ginecóloga que se precie de tal, tiene afición por las embarazadas.
Para las que solo asistimos a controlar que el coctel hormonal femenino no cargue contra nosotras una vez por año, tolerar el espectáculo materno - parental, en el que la chica - señora - mamá se deja conducir como una incubadora con ruedas, ya no únicamente por el marido 50% responsable de su preñez, sino por toda una familia que auspicia que la mujer sea considerada durante 9 meses tal y como un envase viviente de leche larga vida, la situación se vuelve desde incómoda hasta imposible de soportar.
Además, en los consultorios de las ginecólogas de mamás de clase media, todo es peor. La mujer de clase media vive fustigada por el marido de ingresos medios, que puede ocupar la mitad de su tiempo en hacer preguntas fuera de lugar al ginecólogo. Los más pobres y más ricos no pueden o no quieren instalarse en esos paraísos médicos de perpetuación de la especie. Unos ocupados en grandes negocios, otros ideando estrategias de supervivencia diaria, ni se enteran de la gravidez de sus mujeres. Los pequeño burgueses, en cambio, trabajan en sus oficinas, en sus empleos en relación de dependencia, en sus comercios chicos y cuentan con la mitad de su tiempo libre para romper abierta, lisa y llanamente las pelotas. He visto y me han contado cuentos espantosos de acoso explícito hacia la pobre dama preñada en la sala de espera. Desde ser custodiada por toda una familia para ver la pantalla del ecógrafo, olvidándose que quien transporta al crío es una persona y no una gallina ponedora, hasta ser sometida a un interrogatorio que incluye alimentos y actividades del día, cuántas veces subió una escalera y cuántas veces accionó un control remoto y si tales actividades le pueden hacer expulsar al heredero.
Lo más patético que he escuchado al respecto fue la situación de una mujer que era "regada" con agua mineral por el macho semental, temiendo que ambas pertenencias suyas -hembra y cría- se le marchitaran antes de florecer. Una verdadera degradación mujeril.
Hace unos días atrás, dos parejas de "embarazados" - cómo les pondría un bozal legal a los que van a ser padres y madres para que dejen de usar ese término absolutamente mersa- hacían "la previa" antes de ingresar a ser censados por la ginecóloga. Además de la boludez lógica que encierra la situación pre-parto, estos cuatro ejemplares de clasemedismo urbano en estado avanzado de embarazo, eran sumamente católicos. La conversación giraba en torno al pesebre viviente que se estaba armando en la parroquia a la cual pertenecían, actividad paranormal que al parecer, practicarían esa semana. Supongo que el gran deseo de las futuras ponedoras y el sentimiento de competencia que las movía en ese momento, era definir cuál de las dos sería la representante de la virgen María en el evento. En medio del bucólico cuadro, yo sólo quería rescatar mis estudios anuales y huir despavorida.
Que quede claro: no estoy en contra de la perpetuación de la especie, de hecho aún no he decidido si quiero o no participar en esta actividad. Pero prohibiría el ingreso de padres pelotudos a una sala de espera de consulta obstétrica. Aunque, nobleza obliga, chicas, tenemos que admitirlo: existen (y a patadas) las mujeres que se muestran de acuerdo, orgullosas y hasta emocionadas por que su marido las conduzca y las considere las mejores empolladoras de toda la sala. Y así, muchachas, no hay Simone de Beauvoir que nos defienda. Somos las culpables de ser las incubadoras de la historia, y de estar felices por eso.

viernes, 24 de diciembre de 2010

jueves, 4 de noviembre de 2010

Locos por las redes


Ahora sí: estamos todos locos. Yo no soy de las personas que se pelean con las redes sociales, las abren y las cierran, las culpan de las injusticias del mundo, las navegan todo el día y después las niegan (en verdad, ningún invento debe haber sido negado tantas veces como facebook o twitter). Las tomo como vienen, una herramienta más de comunicación, como el telégrafo, el megáfono, el telex, el fax, el telegrama, la esquela, la paloma mensajera el sms o el avioncito de papel. Están ahí para usarlas, son entretenidas y forman parte de nuestras vidas modernas, inevitablemente.
Sin embargo, creo que hemos empezado a enloquecer. Y de esto, tienen más culpa los adultos enchochecidos con la decadencia de twittear hasta cuando tiran la cadena del baño, que los adolescentes geek, cuyas vidas penden de un auricular y padecen estrabismo visual de tanto mirar la pantalla.
Señor y señora twitteros, muchachas y muchachos facebookadictos, les hago un especial llamado solidario.
Basta de creer que se pelean con la gente insultándose por twitter. Basta de despedir a los empleados por las boludeces que escriben en el muro. Basta de hacer pasar la vida real por este filme de ciencia ficción.
Amigos virtuales.
Jefes virtuales.
Peleas virtuales.
Sexo virtual.
Desayunos virtuales.
Juntadas virtuales.
Familias virtuales.
Médicos virtuales.
Inseminación virtual.
En cualquier momento, perderemos la tercera dimensión de la vida y nos veremos en 2D. Planos, achatados, circularemos las calles. Dejaremos de comer y sólo haremos fotosíntesis con la luz de la pantalla.
Yo digo que si se pelearon con alguien vía twitter, den la pelea de baja, busquen a la persona y peléense como cualquier hijo de vecino, aún yéndose a las manos, pero a las de carne y hueso.
Si se enamoraron por twitter o facebook, piensen que es tan real como mantener una relación con el actor de una novela. ¡Indispensable es pasar al mundo real! Buscarlo o buscarla y remontar la situación en tierra firme.
Basta de contarle a la población que están salando la carne, poniendo el agua para el mate o cambiando la lámpara de bajo consumo. No sé a quien le interesa llevar la cuenta de cada cuanto un político se lava los dientes o riega las plantas. A ver si nos entendemos, ciberahólicos navegantes:
“Es como si” estuvieran en la casa de sus ídolos,
“Es como si” les contestara el ministro de,
“Es como si” vieran a CFK escribiendo sus tweets, NO ESTÁ PASANDO EN NINGÚN LADO.
Twitter y facebook, mal que nos pese, no existen. No está bien citarlos como fuente periodística única y darles una entidad de testigos de nuestras vidas.
No están vivos, por lo tanto son inimputables. Si perdiste una relación, o laburo, y mucho tiempo por estar atrapado en la red (social), dejá de echarle la culpa a Mr Facebook y a Messieu Twitter.
Sos vos, que no ten podés despegar, porque sentís que estas dentro de un crucero cibernético del que no te vas a bajar sino a riesgo de perder tus contactos, tus seguidores y tener que salir corriendo a comprarte una vida, que desde que crees que en twitter o facebook todo lo que pasa es real, extraviaste sin remedio.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Receta infalible para ser un "pelotudo deluxe"


En estos tiempos en que hasta un helado de dulce de leche y chocolate tiene que venir tuneado, y que darle ese valor agregado ridículo que el marketing indica, consiste en señalarlo en la lista de la heladería como “sweet of milk in the sky” o “chocolate gold across the universe”, todos tenemos que tener una fórmula para pertenecer al círculo íntimo de la boludez Premium. Por eso, quiero proporcionarte, querido amigo, apreciada amiga, algunos tips para convertirte en ese pelotudo incomparable, que merece una medalla de oro en el Salón de la Pelotudez 2010.

• Indispensable conseguir un celular último modelo, blackberry que te adivine hasta el estado de ánimo o I Pod que hasta recite las declinaciones en latín. No podés quedarte afuera del selecto grupo de pelotudos que se sienten exclusivos haciendo sonar esos pequeños monumentos a la dependencia comunicacional en cuanto lugar incómodo pueda existir: micros llenos, ascensores herméticamente sellados al vacío, la cola del rapipago entre el 5 y el 10 de cada mes, o la sala de espera del odontólogo.
• Twittear a cada rato y sin parar todo, absolutamente todo lo que te encuentres haciendo o pienses hacer en los próximos diez minutos, hora y media o diez años. “Salando la carne”, “abriendo la canilla del baño”, “cambiando la pastilla desodorante al inodoro” “comprando berenjenas en la verdulería” “depilándome las cejas” o “hirviendo el mondongo”, son cosas que toda la sociedad tiene que saber de vos. Por favor, no nos prives de eso.
• Pasarse una semana entera comiendo hojas de lechuga condimentadas con sal de mar, para el domingo agarrarse un atracón memorable con cuatro kilos de asado, dos baldes de helado y ciento cuatro libras de papas fritas.
• Si sos mujer, tener dos, tres o cuatro trabajos “porque soy una mujer independiente” y después llegar a la casita y atender a marido, hijos, mascotas y plantas abnegadamente. Un acto de pelotudez desmedido, si los hay.
• Succionar insistentemente las medias, zoquetes y medibachas de los jefes o jefas, superiores o gente de gran importancia dentro del medio en el que uno se desempeña. Algunos lo consideran un acto de inteligencia necesario. Yo creo que es uno de los grandes actos para exacerbar la pelotudez que existen sobre la tierra.
• Pasarte un día entero enviando mensajes de texto a alguien que no quiere y no va a responder a nuestro pedido desesperado. Ante el reclamo de acoso, asegurar que el celular se volvió loco y envió tres veces el mismo mensaje. ¿Quién no ha cometido este acto de inferioridad intelectual alguna vez?
• Jurar y perjurar “a esta cama no he de volver” y encontrarse de nuevo enredado en las sábanas más inconvenientes del mundo.
• Envidiar los logros de los demás pero intentar disimularlo con una media sonrisa electrificada en la cara
• Pasarse el día criticando los errores ajenos mientras puertas adentro de tu vivienda no sos capaz ni de darle vida a un tamagotchi
• Juntarte con gente que hace años que no ves y no parar de mentir acerca de tu exitosa vida. Eso es tan decadente que deberías estar preso por falso testimonio.

Estos son algunos de los motivadores argumentos que pueden llevartete a ganar el título del Pelotudo Argentino por antonomasia, que el periodista Jorge Lanata inentó describir a través de su manual. Y sino, apenas una mención, apenas una nominación para el empleado del mes del emporio de la boludez humana, ese que con tanta garra nos han intentado enseñar por años. Si es así, apenas te ganás un espejo retrovisor, para que viajes constante sintiendote acosado por la inteligencia, que aunque te persiga, siempre sabrás como ponerte al resguardo.

viernes, 22 de octubre de 2010

El camión de la alegría (dedicado a las desquiciadas que hacen cola frente al camión de days)


Peatonal Sarmiento y San Martín, pleno corazón del microcentro mendocino. Un camión de toallas y protectores diarios femeninos, que exhibe orgullosamente su slogan "Days, 28 días con vos" reparte generoso, cuál político en campaña, buena parte de sus productos en forma gratuita.
Sin embargo, para obtener el preciado botín, cientos de féminas extrañamente abducidas por una fuerza sobrenatural, proveniente de ese desproporcionado rodado digno de una Barbie con el periodo, se someten a una espera de varios minutos, sino una hora, para que les entreguen 2, Dos!!!! II, d-o-s, paquetes de toallas femeninas, tal y como si viviéramos en Cuba y Estados Unidos hubiera decidido bloquear la entrega de ese elemento higiénico.
Desde que trabajo en periodismo, mi capacidad de asombro no tiene un límite definido. He visto cosas inverosímiles y reales, como por ejemplo un árbol de navidad gigante, hecho con botellas de coca cola que un orate elaboró cuidadosamente en su patio, esperando que la empresa Coca Cola and Co lo premiara, y que no recibió ni una botella de gaseosa gratis y otro tipo de desquicios, de todo grupo y color. Pero sinceramente, que un conjunto de señoras, jóvenes y adolescentes (porque puedo asegurar que las había de variada edad) pierdan preciosos e irrecuperables instantes de su vida, en ser bendecidas por el camión de days, me supera. Debería ser motivo para perder la paz social y emprender una guerra civil contra esta gente.
Como piso quince minutos y como techo una hora. Eso es lo que pierden las sopencas que creen que ganan algo.
En ese tiempo te depilás, te hacés una tarta de verdura, te cortás el pelo, caminás descalza en el jardín de tu casa, regás las plantas, te vas a comprar un helado y te lo comés sola, ves una serie, te limás las uñas y te sobra tiempo para armar dos autodefinidos, si es que tenés ese tiempo para perderlo definitivamente. Peor sería pensar que estás resignando algo más importante por la cola de days.
Asumilo: si perdés quince minutos de tu tiempo por dos packs de toallas y si además, ocupaste cinco o diez minutos más revolviendo los cajones del baño, buscando paquetes de days vacíos para canjearlos por nuevos, necesitás contención psicológica urgente. A lo mejor, en lugar de acudir a tu obra social, te parece una buena opción seguir al tren sanitario para ver si te asiste un psiquiatra. Eso si: llevale dos blister usados de rivotril, a lo mejor la consulta te sale gratis.

viernes, 15 de octubre de 2010

Infarto vocal


Las personas que trabajamos con las palabras lo sabemos muy bien. Las palabras son peligrosas. Capaces de crear imperios, de acariciar como la mano de una madre. Pero también son cuchillos, armas. Hay personas que tienen en la lengua o en las manos, un bisturí afiladísimo. Otros que se suicidan colocando prolijamente, unas junto a otras, vocales y consonantes. Y a veces, cuando estamos muy atragantados, debemos vomitar palabras para que no nos ahorquen. Ahogarse con palabras, es peligrosísimo. Porque no hay maniobras de resucitación para esto. El ahogado no demuestra estar muriendo, se lo ve normal. El ahogo no produce síntomas. el color de la piel es el correcto. Los labios no se vuelven morados, ni los ojos se desorbitan. Las manos no tiemblan. Sólo un brillo letal en la mirada puede advertir que la persona está muriendo, y que en la garganta tiene un incendio. Hasta que el momento llega. El tubo digestivo se abre como una fosa, y de ahí brotan improperios, mezclados con sangre y agua. Generalmente, después del ataque, la persona muere. Pero quienes están a su alrededor no salen indemnes.
Los que presencian el infarto vocal, corren a ocultarse, porque las lenguas de fuego y pus que brotan del que lo padece, salpican y contagian. De repente, nadie sabe cómo sucedió, cómo ese hombre lobo del idioma estaba oculto debajo de un empleado de comercio, de un gris bancario o de una suave ama de casa, que nunca levantó la voz, a no ser para quejarse del elevado precio de las alcachofas.
Es ahí, ante el cadáver del infartado, que se activa una cadena de culpas. Si vos lo viste ayer, estuvo en tu casa, se tomaron un café a la mañana, vos te sentabas en la caja de al lado, no te diste cuenta, cómo se te pasó esto, el día menos pensado vino a pasar, no me imaginé, qué vamos a hacer ahora, quien se lo dice a los hijos, levanten ese muerto de ahí que está largando olor, tápenlo con un diario al menos, que no se vea, ya tiene la garganta agusanada, démosle cristiana sepultura, y la madre, qué va a decir la madre, pero cómo nos pudo pasar esto, somos gente honrada, vamos a pagar este entierro, mejor lo cremamos y esparcimos las cenizas en un lugar verde, para que descanse en paz.
El problema, es que, como sucede con las personas expuestas largamente a la radioactividad, los seres que perecen víctima de un infarto vocal, siguen contaminando una vez que han muerto y sus cuerpos han sido enterrados, bajo siete capas de olvido y aún dentro de una sepultura de concreto sellada al vacío. Es un raro mal, pero los muertos que fallecen de infarto vocal siguen hablando.
Hablan, debajo de la tierra. Hablan. Recitan profesías. Dicen, no pueden parar de decir. Dan el pronóstico del tiempo y siempre aciertan. Confiesan los números del kini, y los que apuestan a ellos, ganan fortunas. Te enrostran que la ropa te queda mal, te recuerdan que olvidaste saludar a tu hijo para su cumpleaños. Te amenazan con desparramar tus propias miserias.
Y nadie sabe como parar esas voces. Es más: he visto pueblos enteros inundarse porque sus alcaldes mandan a cerrar las canaletas, tapar los pozos, sellar las bocas de tormenta, blanquear las tumbas y asegurar cada uno de los huecos de la ciudad donde el infartado vocal se ahogó en su propio vómito de palabras. Pero no da resultado. Las palabras parecen llover del cielo y viajar en el viento. Siguen dando recetas, divulgando verdades y describiendo cada una de las causas que lo llevaron a la muerte.
Nadie puede hacer justicia por ellos. No hay forma de callarlos. Porque, huelga decirlo, están muertos. No pueden escuchar. No hay forma de tomar contacto con ellos. Sus palabras son como una ráfaga. Una estela. Las luces de un barco que se ven aún cuando el barco ya se encuentre demasiado lejos. El brillo de las estrellas secas hace miles de años.
El muerto ya no está. Pero sus palabras letales quedan. siguen encendidas. son brasas eternas que nadie puede apagar sino a riesgo de quedar convertido en carbón.
Sólo quienes vieron ese brillo de advertencia en sus ojos podrán, más tarde, descansar en paz.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Reflexión de vida acerca de la semana del huevo


Para los que no lo sabían, estamos transitando la imponderable semana del huevo. Sinceramente no tengo datos certeros sobre quién inventó, impuso o instaló esta genialidad, pero la verdad es que ya se encuentra formando parte de nuestro calendario primaveral. Entonces, y teniendo en cuenta que la realidad nos superó y que octubre se convirtió en el mes con más huevos de todo el largo año, me valdré de esta oportunidad para enviarle mis salutaciones cordiales a los que, a lo largo de mi vida, me rompieron soberanamente los huevos, pero con mayor intensidad, quiero recordar a los que me resultaron tan insoportables como un profundo, agudo e inaguantable dolor de huevos (o de ovarios para ser más exacta).
A todos ustedes, los que en algún momento afectaron como una fiebre tropical a mi existencia, impidiéndome respirar con regularidad, quiero expresarles que, aunque me ha costado tanto como escalar el Aconcagua en un monociclo, he adquirido una sabiduría muy especial, un pensamiento filosófico cuasi oriental que podría resumir en una frase: hoy, queridos parásitos existenciales infecciosos, si volviéramos a empezar y nuestros caminos se cruzaran fortuitamente como ocurrió alguna vez, hoy seguramente me chuparían un huevo.
Los recuerdo gratamente y les mando mis bendiciones.

jueves, 16 de septiembre de 2010

El blog más pelotudo del mundo


Cae esto frente a mis ojos, de la mano de mi amiga Vero Césari, y realmente, me siento superada en toda mi credibilidad. Quien escribió esta pelotudez se merece ser quemado en una hoguera, rodeado de féminas enardecidas, pinchándole alfileres en los ojos.
http://www.days28diasconvos.com/menstruacion/look/un-aire-romantico.aspx

Es una nueva forma de hacer publicidad de una marca de toallas higiénicas que postula que los días en los que estás menstruando, que para el 99.68% de la población mujeril del planeta son los peores del mes, para el reventado que escribe este ridículo posteo son los más deliciosos e irrepetibles de la vida, el síndrome premestrual es equivalente al enamoramiento y la hinchazón no es más que alegría acumulada.
A continuación, haré catársis con las peores frases estampadas en este manifiesto a la ignorancia femenina.

“Mientras estás menstruando, posiblemente irradies cierto aire soñador, aún sin notarlo”

Qué clase de sádico escribió esto? Me atrevo a pensar que debe de ser un hombre, porque al que se le ocurrió semejante afirmación, en su vida menstruó.
¿posiblemente irradies cierto aire soñador?
Oime, maldito cuadrúpedo, ¿no tenés idea que las mujeres cuando estamos menstruando lo que irradiamos es un enfurecimiento hacia la humanidad, un aire de maldición a todos los seres de la faz de la tierra? ¿soñador? Con lo único que soñamos es con clavarte un tenedor en el cerebro.

“Atravesar este momento del mes es tener la excusa perfecta para acompañar tus días con tonos pastel, telas livianas y sueltas, y detalles sutiles”

No, si definitivamente, este pelotudo se resbaló en la ducha y se desnucó antes de ponerse a crear la publicidad más irracional del mundo.
Escuchame, premio Clío a la imbecilidad publicitaria, ¿te imaginás que si alguien está menstruando se va a poner un pantalón color salmón? Una faldita amarilla patito? Un baby dall de tul para salir a la calle? Idiota! Recapacitá y matate!
¿Detalles sutiles? El único detalle sutil que me pondría en este momento es una treinta y tres en el cinturón para salir a buscarte.

“colores pastel como el celeste cielo, el rosa viejo, el naranja aduraznado, suelen ser súper favorecedores para todo tipo de cuerpo y todo tono de piel, porque suavizan los rasgos del rostro tanto como dan un realce suave al resto del cuerpo. De acuerdo con especialistas en moda y tendencias, esta paleta, que también puede incluir el blanco puro, da a las prendas un plus de dulzura y sencillez, que en ocasiones puede reforzarse un poco más con estampados de flores pequeñas o detalles en otras telas”

Me gustaría incrustarte una minipimer en el lóbulo frontal, grandísimo hijo de puta especialista en moda y tendencia que crees que por estar menstruando una tiene que salir a la calle vestida con una funda de colchón con flores.

“El look romántico está más que asegurado si, además, procurás que esos colores vengan en tejidos sueltos, delicados y livianos, como la gasa, la seda, o los algodones orgánicos, que tan bien sienta a la piel y tan grato vuelve el contacto. Para lograr un aspecto ciento por ciento romántico, recurrí a un maquillaje natural, con un poco de gloss en los labios”

¿qué look romántico puede tener una mina que además de ir a trabajar, al supermercado, cuidar niños, ordenar su vida, estudiar, hacer cuentas para que el sueldo le alcance hasta fin de mes, llevar la casa al hombro, además de todo eso, se le parte la cabeza, está hinchada como un sapo, le explotan los ovarios y tiene unas ojeras como dos bolsas de consorcio?
Escuchame, Osho de cabotaje, Stamateas de poca monta, sopenco ridículo que no tenés otra cosa más interesante que hacer que relacionar la menstruación con el “color naranja aduraznado” y con “los tejidos sueltos y orgánicos”, todas las mujeres que nos sentimos insultadas en nuestra inteligencia y más aún, las que están menstruando, vamos a salir a buscarte. Te vamos a encontrar, y te vamos a ajusticiar, te lo advertimos para que corras a esconderte de nosotras. Somos muchas y queremos venganza.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Adictas a las relaciones de outlet


Quien se acercó alguna vez a oler leche rancia, se clavó agujitas debajo de la piel para “ver qué se siente”, o lloró reiteradas veces con la muerte de la mamá de Bambi, puede entender por qué algunas mujeres tienen esa extraña adicción a buscarse relaciones de segunda selección, sólo por el simple placer del masoquismo.
No voy a sacar los pies del plato, porque yo también lo he hecho, también he mirado doscientas veces el celular en busca de un mensaje de texto que no llega, y me he entusiasmado con tipos que me valoraban tanto menos que a su bicicleta. No voy a negar que me he tomado taxis en la mitad de la noche, jurando nunca más volver a ciertas camas y he regresado, contenta de romper esa promesa, a los tres días. También me he sostenido, como un náufrago a una boya, de frases pelotudas como “siento algo por vos, pero no me animo a decirte qué”, o “la verdad, es que no me licuás la cabeza, pero tampoco me sos indiferente”, una colección de paparruchadas sin sentido, pero que en el momento de querer “ser algo de” te sirven.
Para mi la respuesta es que somos una generación que creció con las telenovelas de Andrea del Boca, en las que si no sufrías, no te habías enamorado. Tenías que llorar, y revolcarte en el lodo de la desilusión, el desamor y el abandono para conocer bien de cerca lo que es un verdadero sentimiento apasionado. Eso de ser felices y punto, no contaba.
Por eso, la cosa está en sentirse una porquería por un buen rato, que te maltraten, te esquiven, te usen como a una pantufla y luego, te olviden debajo de la cama, ¡eso está buenísimo! Eso, eso tiene onda.
Que el mismo que antes te asedió a mensajes de texto, correos electrónicos, regalos, invitaciones, llamadas y otros subterfugios de la comunicación ahora desconozca tu número, no te llame ni para saber si te mató el monóxido de carbono de una estufa que quemaba mal, no es tan grave. Siempre aceptamos esas justificaciones fuera de lugar, que sabemos que son tan creíbles como una pelea entre vedettes.
Si en cambio asumiéramos la relación de segunda selección como cuando compramos una prenda fallada, sabiendo que es eso, un pantalón mal cortado, un vestido sin breteles, un par de zapatillas de distinto número o un saco sin botones, todo estaría bien, qué más da. Pero no, no, no. Las mujeres a veces adquirimos esos paquetes como si nos estuviéramos llevando un vestido de Dolce & Gabbana, por unas moneditas nada más, que equivalen a nuestro sufrimiento diario.
Y para peor, lo coronamos con esa frase que nos encanta decir, porque parece que nacimos con tendencia a enarbolar causas perdidas: “ya va a cambiar”. A ver, querida mía, amiguita que ya rozás los 40, y que seguís creyendo en que si frotás la lámpara de Aladino, un geniecillo te salvará del artefacto descompuesto que compraste, te lo voy a decir con todas las letras, en castellano, imprenta y mayúscula: NO VA A CAMBIAR. El que siente algo por vos, te lo dice, el que te quiere, no te hace sufrir. Si querés seguir navegando en el mar de mentiras piadosas en el que decidiste sumergirte, será mejor que te compres unos cuantos ovillos de lana, y comiences a tejer de día y a destejer de noche, como Penélope, esperando el milagro. Y sino, estaría bueno que aceptes que ese personaje que aparece de vez en cuando, no te llama nunca, y te elige para hacer más llevaderos sus domingos a la tarde, no estará dispuesto a acercarte hasta la puerta de tu casa, abrirte la puerta del auto y ofrecerte un pañuelo cuando quieras llorar en su hombro. El que te quiere, no te hace esperar, te lo va a reconocer y punto. Dejemos de engañarnos, en un outlet no hay modelos de colección, a no ser que busques un par de especimenes para llenar tu nutrido insectario. En ese caso, te podés ir gestionando una buena caja de alfileres, y comenzar a pinchárselos en la espalda.

lunes, 16 de agosto de 2010

No devuelvas esa llamada


Además de otras certezas que he ido adquiriendo en la vida (como por ejemplo, que la gente que habla fuerte en los lugares públicos necesita un sopapo, siempre y cuando no sea sorda, o que ningún taxista dice la verdad cuando asegura que no tiene cambio para darte las monedas de tu vuelto) una de mis máximas inquebrantables, es la de no atender el teléfono fuera del horario de trabajo si en el identificador de llamadas aparece un número desconocido. Y de hecho no lo hago.
¿Por qué será que una a veces rompe ciertas reglas, si sabe que va a parar de cabeza en una equivocación irreparable?. No importa. Sea lo que sea que suceda, se merece pagar las consecuencias, por inconsciente. No hay motivo para devolver una llamada perdida si en el identificador de llamados aparece un número nunca visto después de las 23, a no ser que se sienta un fuerte olor a quemado, haya un motín en la cárcel con fuga masiva de presos o el dique Potrerillos acabe de desbordar. Pero mi paranoia familiar -habrá pasado algo, a esta hora, dos llamadas perdidas...- Me empuja a concretar la estupidez, y mientras intento secarme el pelo con el celular en la mano, acciono re-llamar.
(Yo)-"Hola, tengo dos llamadas perdidas de este número, quién es?". Del otro lado, me habla una voz de mujer desorbitada.
(La loca)-"Ah, no sé, usted me está llamando",
Responde, inteligente.
(yo)-"Mire, llamo porque tengo dos llamadas perdidas, y como son las once de la noche, me preocupé". Insisto, intentando una explicación lógica que nunca encontraré.
(la loca)-"Y no sé quien es"
Me dice, perdida.
A esta altura, me quedo callada, esperando una reacción atinada, un motivo suficientemente valedero para que no se despierte en mi ese espíritu asesino que me acompaña desde niña. Ya comienzo a pensar en un secuestro virtual, por lo menos.
(la loca) "Ahhhhhhh" (reacciona) ¿Vos sos Paola Alé? -tengo ganas de insultarla, pero me insulto a mi misma por haber devuelto la llamada-
(yo)"Si"
contesto, monsilábica.
(la loca)- "soy docente, la gente de prensa me dio tu número para que te contara sobre una actividad de protesta por aumento salarial que vamos a hacer el sábado en la mañana"
me quedo callada. Es miércoles, 23.30. Faltan exactamente 78 horas para el sábado en la mañana. La maestra loca debería haberme anunciado que pensaba inmolarse comiéndose dos cajas de tizas frente al ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, o que pensaba secuestrar en masa a sus alumnos de tercer grado, o que la actividad consistía en jugar a la ruleta rusa por plata porque el sueldo no le alcanzaba. Pero no, no. Nada de eso sucedió. Sin embargo, y por esa extraña manía de persistir en el desastre que tengo a veces, me quedo escuchando. Aún mojada y con el secador de pelo en la mano. Quiero ver hasta donde puede una maestra de carne y hueso parecerse a la Noelia de Gasalla.
(la loca) "La protesta consistirá en tres puntos básicos, el primero..." -ya se largaba a darme la nota, miércoles, 23.45.
Mi color de piel: virando entre el azul (congelamiento) y el rojo intenso (ira)
(yo). "No, no, mirá, no te puedo atender a esta hora, no estoy trabajando”
Explico yo, innecesariamente. Sin embargo, hay gente que supone que el periodismo es una actividad similar a la de ser bombero, policía, paramédico o agente de Defensa Civil. Envían mensajes de texto a las 3 de la mañana, deciden qué tenés que escribir y qué no, vaticinan un título o te piden que les envíes la nota antes de publicarla, para que no escribas gansadas. En fin, hay de todo entre los entrevistados. En este caso, la auto-entrevistada docente mal dormida, quería pasarme data de una protesta como si se tratara de un atentado talibán que perpetraría el propio Bin Laden en una salita de dos.
(la loca) "Ah -insiste- es que como vos le diste tu teléfono a (piiiiiiiip) pensamos que te podíamos llamar"
Dice, ¿algo ofendida, acaso?
(yo) "Claro, pero en horario de trabajo"
Contesto intentando controlar lo incontrolable. El tono de voz se me va aflautando. Un poco porque me estoy cagando de frío, y otro poco por la furia en puerta.
La maestra, a esta altura un clon de Noelia, osa en insistir, sin ningún pudor.
(la loca) –Bueno, estoy llamando a todos los medios (lo dice para que no me sienta “la elegida”) y los demás no han tenido problema en contestarme.
Por el grado de desubicación de la loca, supe que si le expresaba todas las frases idiomáticas que equivalen a insulto que se me venían en ese momento a la cabeza, no me la sacaba nunca más de encima. Entonces, tal y como uno desactiva una bomba, o descuelga un panal de abejas de un árbol, quiero decir, con el mismo cuidado, intento disuadirla.
(yo)-Sí, qué gentil de tu parte pasarme los datos, pero justo ahora no tengo con qué escribir. ¿Serías tan amable en atenderme mañana? Te llamo apenas llegue al diario”. Dije, con toda la certeza de que jamás lo haría.
(la loca) –Sí, no hay problema, gracias.
Se conformó. Supe que había domesticado a la bestia.
El episodio desgraciado, me recordó porque no debo traicionarme a mi misma. Por algo una llega a los 35 con algunos conceptos claros. No aceptar citas a ciegas, no irte de vacaciones con desconocidos "para ahorrar", no hacerte cargo de los hijos de otro, no ser amante de tu jefe, no casarte por nada del mundo y por ningún motivo, atender ese maldito e invasivo celular si no registrás el número. Puede que del otro lado te llame Obama para ofrecerte trabajar con él como agente de prensa, o puede ser que te espere la maestra loca, que quiere contarte sus nuevas aventuras salariales, mientras morís de hiportermia, electrocutada o colgada del cable del secador de pelo, en la patética soledad de tu propio baño.

miércoles, 14 de julio de 2010

Todas las familias, la familia


A quién le quepa el poncho, que se lo ponga. Hoy por hoy, mis queridos, la familia ideal no existe. O más bien, lo que nosotros llamamos “familia ideal” es el equivalente a la familia heterosexual, blanca, occidental y de mediados del siglo XX, cuando los modelos mediáticos eran los Campanelli, los Pérez García, los Ingalls. Basta con eso.
Hoy llamamos familia a quienes nos contienen, nos dan amor, la familia es la familia nutricia. De afecto y abrigo. Por favor, dejemos de ser tan estrechos de mente, familia es una mamá sola con sus hijos, familia son dos abuelitos que se hicieron cargo de criar a los nietos, familia es un hermano o hermana mayor que tomó la posta de cuidar a los más chicos, familia son dos papás que adoptaron un niño, dos mamás que van a enfrentar la vida y los prejuicios de ser lesbianas pero que no se amilanan ante esto, familia es una decisión de vida, no un modelo retrógrado de papá y mamá en forma excluyente.
Conozco familias de todos los colores, de todos los formatos, y que no responden al modelo obligatorio que impone un credo para la sociedad en su conjunto. Sin embargo, siguen adelante. Conozco la historia de una mamá lesbiana que está sola con sus hijos. El padre, brilla por su ausencia, la madre tracciona a sangre la casa. Su pareja es más referente de amor para ellos que el padre ausente.
Mi sobrino Tobías, al que quiero con toda el alma, no tiene papá. Vive con la madre y la hermanita. No tiene papá porque un día el padre salió sin casco en una moto, y se mató. Al Tobías lo criamos entre todos, no tiene imagen paterna disponible, y aunque no es fácil, vive y crece igual, al calor del afecto que le damos. No somos perfectos, pero hacemos lo que podemos, y estoy segura que eso cuenta (y mucho) para él.
Tengo una gran amiga que tiene una hija y jamás convivió con el padre. El padre y ella comparten la crianza, la niña vive en distintas casas en igual cantidad de tiempo. Su familia no responde al modelo “papá y mamá” impoluto. Pero esa chica de tres años, es una persona feliz (y se le nota).
Otra amiga, madre soltera. El señor se borró de inmediato al enterarse del embarazo. El hijo fue la noticia menos esperada, pero mejor recibida. Tiene madre, hermana, abuela, y sobre todo, tiene amor. Suficiente.
Podría seguir hasta pasado mañana a las tres de la tarde mencionando casos. Estos chicos se harán grandes, tendrán un lugar donde resguardarse cuando se sientan tristes, cuando pierdan su juguete preferido, tendrán donde curar una frustración, donde reciban sus logros con alegría, donde aprendan a andar en bici sin rueditas, esas cosas importantes de la vida que no se borran jamás de las retinas y del corazón.
Basta con la estrechez de mentes. No le hace bien a una sociedad tan lastimada como la nuestra esto de tener un país dividido por la mitad y en medio, una zanja de prejuicios.
Basta de embanderar la discriminación como un valor en las escuelas, basta porque me da vergüenza. Me gustaría que los chicos que me rodean crezcan despojados de prejuicios. Preferiría que por todo himno, se aprendieran la canción de los Beatles. All you need is love, for ever. Sólo la apertura de mentes nos hará libres, y por lo tanto, felices.

viernes, 28 de mayo de 2010

El mundo visto desde la mesita del café


El periodista cafetinero, o el mundo armado desde la mesita de un café. Así debería titularse este post dedicado a los pseudo profesionales más chantas que haya conocido en mi vida. También se hacen llamar “los instaladores de agenda” y otros adjetivos inventados por sus locas cabecitas corridas del eje de la realidad.
Se trata de seres, en su mayoría hombres, en su mayoría, periodistas, columnistas, redactores, cronistas, relatores, locutores, y otros ejemplares mediáticos, que pululan los cafetines céntricos, -sobre todo los que rodean los edificios públicos – en búsqueda rastrera de información proporcionada casi indefectiblemente por otra plaga, marabunta, germen, liquen, engendro social conocido como operador político.
El cafetinero y el operador político se necesitan los unos a los otros. Se necesitan como el aceite al vinagre. Como el botón al ojal. Como el invierno al chocolate. Sin los unos, los otros no existirían y viceversa.
Pero vayamos al primero. Al cafetinero. Quiero aclarar que para mi, el café es mi segundo hogar, creo que el 45% de mi sueldo se me va a en sobrevivir en cafetines, de lo cual me enorgullezco. Ahí pienso, leo, agendo cosas, armo notas y sueño con emprendimientos que algún día (o nunca) haré. Difícil mente me cruzo con un insecto ponzoñoso de estos cuasi punteros que “venden” información.
El cafetinero piensa que él es el que construye los acontecimientos. Por eso los espera, sentado en su mesita, a que lo vengan a buscar. No pisa la calle más que para llegar al café. No escucha a la gente, no entiende sus problemas, la pobreza la ve reflejada en los diarios y en algunos numeritos que el rey de la opereta política le proporciona. La última vez que concurrió a un piquete, fue cuando estaba haciendo las pasantías en un diario. Ni siquiera tiene una carpetita con ganchos que contiene hojas con una guía alfabética a la que algunos mortales denominamos agenda. ¿Para qué? Si él no llama, no chequea, no consulta! ¡ÉL ES LA NOTICIA!
Como constructor, sería un fracaso, porque sus edificios estarían siempre mal calculados, ya que no visitaría las obras, las calcularía de lejos, desde el café, mientras otro le cuenta qué tal es el terreno. Pero lamentablemente para los lectores y para los otros periodistas, estos muchachos no matan a nadie escribiendo y así es como los diarios, las radios y los canales de TV se ven afectados por sus inventos.
Confían tanto en que el almacenero de noticias le traerá “el pedido” hasta la mesita de café, que muchas, innumerables, cantidades de veces, se come las operaciones más básicas del mundo, que hasta al cafetero le suenan a cuento. Pero él, subido al mástil de su ego, no reconocerá como errores. El hecho ha comenzado a existir tal y como él lo ha planteado, y la sociedad perderá el norte si lo niega. Para él no existe la fe de erratas ni el derecho a réplica. Nunca la pifia, jamás. Morirá en la suya, abrazado al hecho que inventó, diciendo que los demás lo envidian, por eso lo desmienten.
En cuanto al segundo, al encantador de serpientes mediáticas, al flautista de Hammelin de las noticias, al operador político, chicas compañeras de profesión, no se hagan problema. Este personaje no está interesado en operar mujeres. Sólo le dedica el bisturí de los super acontecimientos a los vagos que no se mueven de la mesita, comandados por sus jefes funcionarios, legisladores, asesores, que los envían por los cafetines con su sus cargamentos de novedades puesto que se mueren por aparecer mencionados y fotografiados en sus páginas.
Nosotras tendremos que seguir recorriendo escuelas, hospitales, pasillos legislativos, piquetes, verdulerías, actos, marchas, desfiles, supermercados. Pocas son las que se sientan en la mesita del café de las noticias. Y la verdad, eso es lo que me gusta del periodismo. La calle, la gente, la realidad. Lo que te dicen que les pasa a los demás, es lo que verdaderamente existe. El periodista prestidigitador, que inventa conejitos mediáticos de la galera, no cuenta. La credibilidad también se construye y cae como un castillo de naipes si se abusa del cálculo a través del ojo de los otros.

lunes, 10 de mayo de 2010

Diez actividades que usted puede encarar en lugar de molestar a los gays


Hace algunas semanas vengo soportando estoicamente cómo gran parte de la sociedad, léase viejas con destino incierto, viejos avinagrados por el pasado, señoronas orondas cuya única obligación extracurricular es hacer la cola en Pago Fácil, señores pacatos que practican zapping a escondidas de su esposa para ver de a ratos “Bailando por un Sueño”, mujeres jóvenes con menos onda que un estudio ginecológico, varones de corta edad, pero de prejuicios viejos como la inquisición, y hasta pequeñuelos en la flor de la edad del pavo, opinando, criticando, condenando e inmiscuyéndose lisa y llanamente en la vida privada de los demás. Me refiero, puntualmente, a la facilidad con la que estas personas repudian la posibilidad de matrimonio entre personas del mismo sexo, que se está por sancionar en el Senado de la Nación. Más allá de las posturas filosóficas, antropológicas, religiosas y gastronómicas que cada integrante de la sociedad tenga al respecto, no entiendo cuál es el motivo por el que tanta gente se dedica a opinar sobre lo que los demás hacen o dejan de hacer con su vida privada. Pero no sólo eso. Hay quienes, no conformes con joder al prójimo hablando pelotudeces a mansalva en la televisión y asistiendo a cuánta encuesta callejera intenta abordar el tema, también juntan firmas, hacen campañas públicas, y hasta se arman jurídicamente con el solo objetivo de molestar e irrumpir en la convivencia de otros seres humanos.
Señores y señoras heterosexuales, por convicción o por defecto, ¿Alguna vez tuvieron que padecer que un grupo de homosexuales opinara sobre su vida personal? ¿vieron en alguna oportunidad a un conjunto de gays juntando firmas para que ustedes no pudieran casarse? Los justificativos podrían haber sido, por ejemplo, que el matrimonio entre personas de distinto sexo viene francamente en picada, y que hay tanta violencia familiar, agresiones hacia los hijos y maltrato psicológico entre marido y mujer, que lo mejor es abolir esa unión.
Creo que aquellas personas que se sientan incluidas en ese sector del mundo que no puede resistir la tentación de prejuzgar y de inmiscuirse en la privacidad ajena, enfrenta, principalmente, un inconveniente en su vida: Está muy al pedo. Esa es la conclusión a la que he llegado después de mucho reflexionar, y por cierto, no concibo que de otra manera tenga tiempo de encarar semejante empresa sin gracia.
Por eso, y porque quizás necesiten ayuda, me he atrevido a confeccionar una lista de actividades que pueden realizar en lugar de estar metiendo sus aburridas narices en la vida de los demás. Las sugerencias son generales, debido a la imposibilidad de encasillar en una edad determinada la calidad discriminadora del ciudadano o ciudadana en cuestión.

Lista de actividades sugeridas para realizar en esos momentos en los que le dan ganas de meter la cuchara en la existencia de otro u otra

1)- Realice un City tour por la Ciudad. En Mendoza, tiene la opción de conocer bodegas, y hacer un paseo por alta montaña por sólo 40 pesos, ¡qué económica opción para no convertirse en un chismoso/a insportable!

2)- Encare un curso de huerta orgánica. Para usted, que debe aprender a meterse en lo suyo, nada mejor que atender su propia huerta. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) le proporciona cursos gratuitos para aprender a cultivar y autoabastecerse. He aquí un link para que evacuar sus dudas.
http://www.imperiorural.com.ar/imperio/INTA/pro_huerta/prohuerta_index.htm

3)- Hágase socio de una biblioteca. En Mendoza, una opción excelente es la General San Martín, pero en cada ciudad, departamento, partido o localidad existe un servicio comunitario de lectura. Esta actividad es ideal para personas a las que les vendría muy bien abrir la mente, o bien, mantener la boca cerrada. Para ambos objetivos, la lectura es fundamental. Para asociarse a la Biblioteca General San Martín, los requisitos son: ser mayor de 18 años y aportar fotocopia de las dos primeras páginas del DNI y un impuesto para certificar el domicilio (no vale la cuenta del teléfono ni el abono del cable).

4)- Aprenda a bajar películas de internet. La actividad es mas o menos ilegal, pero es preferible eso a que se entretenga estorbando en donde no lo llaman. Consulte en Taringa!, el blog de fanático, o pruebe con el programa Ares. Si no le sale en el primer intento, insista. Usted puede.

5)- Anótese como voluntario/a en Médico sin Fronteras. Se va a sentir tan útil que nunca más volverá a recordar cómo era estar totalmente al pedo como durante ese mes de mayo del 2010, en el que se dedicó a opinar sin aportarle nada al género humano.
http://www.medicossinfronteras.org.mx/web/index.php?id_pag=120

6)- Ayude a los pingüinos patagónicos. Si tiene suerte, quizás Greenpeace lo convoque para una marcha como esta http://www.greenpeace.org/argentina/fotos-y-videos/fotos/mas-de-40-activistas-caracteri-4

7)- Asista a un día de Spa. En Mendoza, una de las mejores opciones para relajarse y dejar de jorobar a los demás que no tienen la culpa de lo hincha pelota que usted es, consiste en tomarse un bondi y descender al pie de la montaña, en las termas de Cacheuta. El paseo puede costar hasta 250 pesos, pero si de su salud mental (y de la del resto de los mortales) se trata, vale la pena.

8)- Arme rompecabezas. Una opción lúdica para que construya algo mejor que un prejuicio pelotudo. Hasta hay clubes de armadores de rompecabezas. http://www.caminoajesus.com/clubr/index.htm

9)- Arme su árbol genealógico. En internet tiene opciones gratuitas. Esta actividad le facilitará ubicar en qué generación comenzó a asomarse la pelotudez en su familia, hasta llegar al paroxismo, encarnado en su propia imagen. Ubicar el cromosoma culpable de la boludez, quizás sea una forma de comenzar a combatirlo.
www.plusgenealogia.com

10)- Tenga una mascota como la mía, ovejero alemán de pelo largo. El tiempo que le insumirá limpiar el patio cada seis meses, cuando cambia el pelaje, no le dejará ganas de encarar ninguna otra empresa exasperante. Por lo tanto los gays estarán a salvo de sus prejuicios al menos durante 60 días al año.

Si ninguna de estas opciones le viene bien, pruebe con desarmar el control remoto y volver a armarlo, sacarle punta a todos los lápices que tenga en su casa, hacerse un baño de crema con aceite de oliva o aprender danza afroamericana. Cualquier asunto que no implique irrumpir en la existencia de un tercero como un completo asaltante de la vida privada. El mundo recuperará su equilibrio el día en que esto así suceda.

viernes, 30 de abril de 2010

Llamado a la reflexión para la amante de Mr Músculo


Gracias Mr Músculo! Dice una mujer cuasi enamorada del anti héroe abrasivo.
De nada! Debo irme! Contesta él, e inmediatamente se hace humo.
La reina del hogar le da las gracias al super héroe de la limpieza difícil por facilitarle la vida. A ver, niña criada por los estereotipos de la década del 30’, mujer atiborrada de revistas del corazón, amiga ama de casa a quien se le clava el control remoto en el canal utilísima, emperatriz de puntos y puntadas… Explicame, por una vez en la vida, por qué le das gracias a Mr Músculo.
Ese super héroe, chiquita mía que te ponías contenta cuando los tres reyes magos te traían de regalo una planchita de juguete (obvio, eran tres hombres, y encima árabes! Más machistas imposible) no viene a solucionarte la vida, no viene a ayudarte, no viene a traer una hora de libertad más a tu relegada existencia de tallerista de la cotidianeidad. VIENE A APORTAR UNA GOTA MÁS DE LIMPIADOR LÍQUIDO A TU ESCLAVITUD DOMÉSTICA!
Gracias se le dice a un señor que con toda buena voluntad, se arremanga, sin que eso signifique quitarle ni un atisbo de hombría a su musculosa personalidad, y te ayuda a limpiar tu casa!
¿Pero yo estoy loca, o la machista recalcitrante publicidad de limpiador te está calificando de limpiadora por excelencia y vos, chocha de la vida, encima se lo agradecés?
Niña, despierta!!!!! Tira esa deshonrosa planchita rosada, que atesoras desde niña, y proporciona una generosa patada en el traste a ese papelonero super héroe. La próxima vez que lo veas irrumpir en tu casa, promocionando un novedoso producto de limpieza para ampliar tu libertad, decile que lo pruebe en su propio baño, no sin antes haberlo mandado muy a cagar, con todo el corazón, de mi parte.

viernes, 9 de abril de 2010

Propuesta indecente


Se estaba por terminar su relación. La chica estaba desesperada porque no podía pagar las cuentas. El muchacho, bastante mayor que ella, tenía dificultades para anclarse en la realidad. Tanto, que la propuesta para salir de la desesperante situación económica en la que se encontraban, fue más allá de lo que uno puede reconocer como ficción.
"¿Y si nos ponemos un criadero de perros salchichas en el patio?" -propuso él, creativo-
Ella, sin dudarlo más, le pidió el divorcio.

lunes, 8 de marzo de 2010

Esto también es violencia de género


Las mujeres muchas veces constituimos, y lo reconozco, un grupo humano incomprensible. Si tenemos un tipo que nos persigue queremos ser Perdita Durango, y si tenemos un caballero inglés queremos a Jim Morrison, y si nos celan nos gustaría que se convierta en el Capitán Frío, y si es muy frío queremos que sea Otelo. Eso es un abc que no pondré en discusión. Sin embargo, tenemos que soportar actos de violencia como el de la foto que ilustra el post.
¿Me pueden explicar a qué mente degenerada, a qué sexista impúdico se le ocurrió inventar esta porquería del set de herramientas rosa? ¿Es para lavar las conciencias percudidas, y darnos un lugar en la sociedad que se parezca al de ellos?
Esto es el paroxismo de la discriminación. La hora pornográfica de la industria ferretera. Lo mismo que regalarle a una nena una mini tablita de planchar, una pala y una escobita. Con todo respeto para los delirantes padres o arcaicos abuelos, o siniestros tíos que otorgan un karma en forma de juguetito inocente a la niña que encima, y para pesar de sus conciencias se los agradece, pero sería mejor la nada misma que ese grillete lúdico que se les dio por comprar.
Lo mismo, exactamente lo mismo pienso de esta indescriptible mierda rosada. En la foto no se aprecia lo hondo del insulto, pero es que ni siquiera se trata de herramientas de verdad, que sirven para clavar una silla, poner un taco fisher en una pared, pelar un cable o cambiar un cuerito. No. Es una mentira decorativa que si la usás para trabajar, se rompe. Ah, eso sí. Es cool, pink. Rosa Chicle. Qué bien. El martillo se dobla al medio al segundo golpe y la pinza no sirve ni para depilarse las cejas.
Un poco de respeto. Cada una de nosotras se puede armar una cajita con herramientas que sirvan de verdad aunque sean de distintos colores y queden machucadas, viejas y se desafilen de tanto usarlas.
Este set lo pueden guardar para jugar a la manicura con Belén Francese mientras inventan rimas vergonzosas o para limarle las uñas a Maru Botana embarazada.
Pero hagan el favor de dejar de fabricar esas porquerías como si fuéramos a asistir a la Telescuela Técnica de la Pantera Rosa. Es tan hipócrita como decir “Todos y Todas” en un discurso.
Si La panacea de la igualdad de derechos viene en un pink tool set para arreglar los muebles de la casa de la Barbie, estamos al horno y con papas. Pobre Simone de Beauvoir, Alicia Morau de Justo, Virginia Slim, María Curie, Frida Khalo. Mejor que no despierten. Un siglo de luchas para que a un fontanero de cabotaje se le ocurra fabricar esta apoteosis de la discriminación femenina.
Si te encuentro, aprendiz de black and decker, te hago construir una réplica de la Torre Eiffel con ese puñado de herramientas pedorras.

jueves, 4 de marzo de 2010

El terremoto que nos parió

Es difícil sobrevivir en una ciudad separada sólo por 500 kilómetros del lugar en donde se produjo el mayor terremoto de los últimos 50, 100 años. Una está pensando todo el tiempo en que se le va a caer una viga en la cabeza mientras está durmiendo, en que se va a despertar directamente en el más allá, tocándole el timbre a San Pedro, en que si no tiene un paquete con cien velas, doscientas cajas de fósforos, un paraguas, un paracaídas, un bote inflable, una traje de neoprene, una balsa, patas de rana, una carpa para 8 personas, una motoniveladora, una retroexcavadora, un casco espacial, un equipo de parapente, un pararayos, un sol de noche, diez cajas de pilas, unas inyecciones de penicilina, cloroformo, un bisturí, hilo de sutura, suero glucosado, un tanque de agua mineral, 5 litros de alcohol fino, y una casilla rodante a mano, no va a contar el cuento. Pero lo peor, se los digo en serio porque desde el sábado 27 de febrero a las 3.34 de la mañana, es escuchar el rosario de pelotudeces que dice la gente en la calle, pero puntualmente, en el colectivo.
Nobleza obliga, esta vez no voy a echarle la culpa a los medios de comunicación, sino a los de transporte. Porque claro, es muy fácil cargar las tintas sobre el inmundo contenido de la tele, la desinformación de las radios, la falta de rigurosidad de los diarios, en fin, esa capacidad incalculable que tienen los medios de hablar, mostrar y escribir estupideces varias. Y no es mentira.
Pero tampoco es mentira que la gente, lo primero que hace es correr a sintonizar una radio, prender la televisión y fijarse si hay internet cuando pasa algo así. O sea, nos quejamos pero vivimos de esa conexión, de esa sensación de-estar-ahí-en-el-minuto-preciso-en-el-momento-indicado. Y vivimos puteando a los medios, que desinforman, que alarman y que aconsejan tirarse debajo de una mesa como si la mesa no se fuera a partir por la mitad con un terremoto de casi 9 grados. Digamos que los medios nunca salen airosos de esta clase de situaciones, van al banquillo y resulta que al final casi provocaron la catástrofe.
Pero la gente, con todo respeto simples mortales, la gente es una hija de puta. Yo que tardo unos 20 minutos en llegar a mi trabajo y que me convierto en integrante de un pasaje del que me gustaría abstraerme, desde que tembló no puedo dejar de escuchar, casi como un acto masoquista, como oler leche podrida, o mirar un perro muerto al costado de la ruta, no puedo dejar de escuchar las sarta de increíbles, inverosímiles versiones que los ciudadanos impunes transmiten en el colectivo.
De repente, todos se recibieron de ingenieros en construcciones, y saben que si un edificio estuviera construido sobre una base de merengue italiano no se hubiera caído sino que hubiera flotado. De repente todos tenemos un tío abuelo que conoció a un primo segundo de Nostradamus y que en 1565 predijo que el mundo se iba a correr de su eje en una madrugada de febrero del 2010.
Todos saben interpretar los sueños y tienen un contacto en facebook que diez días antes del terremoto dejó un mensaje en el muro de sus amigos diciendo “junten velas, compren cascos, porque se viene un terremoto y el gobierno lo quiere ocultar”, todos tienen “un video” a lo Jorge Rial, en el que se ve borrosa la imagen de la virgen desatanudos que viene navegando sobre la ola del Tsunami que taparía la Cordillera de los Andes en el 2010.
Digo yo, ¿qué condena hay para esa manga de inadaptados, alarmistas, boicoteadores de la ciudadanía en general, degenerados sociales que impunemente van sembrando el pánico de colectivo en colectivo? ¿Por qué no están incluidos en el Código de Faltas y penados con diez días de prisión efectiva los vende humo que se saben la historia del canillitas chileno que en lugar de gritar para vender diarios el viernes 26, pregonó el terremoto esa misma tarde y el gobierno lo mandó a reprimir?
¿Por qué no se los conmina a realizar trabajos comunitarios a los que aseguran que en diez días más tiembla acá y que Mendoza va a quedar divida, la mitad para San Juan y la otra mitad para Neuquén y en el medio va a brotar el océano Pacífico y van a llover brótolas durante siete días y siete noches?. Basta.
No los soporto más. Si quieren ir a llevar sus cuentos, paguen un espacio en FM Andrómeda y hagan un trasnoche con música de suspenso para contar sus remanidas y vulgares anécdotas, inventadas por el fiambrero. Si tantas ganas tienen de morirse, no vayan a contagiar a los demás, yo me ofrezco a empujarlos debajo de las ruedas del colectivo para que el final les llegue antes y no lo vayan anunciando reiteradamente.
Si tantas ganas tienen de morirse, es porque SE TIENEN QUE MORIR, DEBEN HACERLO, por el bien y la tranquilidad de los demás. Desde ya, cuentan con todo el respaldo de mi parte.

sábado, 6 de febrero de 2010

San Valentín no


Adoro que la gente se quiera, si fuera por mi, me encantaría que se cree una agencia matrimonial estatal, me parece formidable que los floristas callejeros ganen mucha plata y ojala el mundo entero estalle de amor. Pero déjense de joder con cuanta baratija yanqui encuentran por ahí, háganlo por mi, en mi honor, por mi salud mental!. ¿Es que nos vamos a enganchar con todas las festividades enlatadas traídas y por traer?
Ya he soportado estoicamente la baratez del día del amigo –como si por saludar a ciento cincuenta mil contactos te aseguraras que todos esos te dejarían dormir en su living si a las tres de la mañana se cerró la puerta de tu casa y te dejaste las llaves adentro –
La neo – pelotudez de Halloween – Lo siento por los hijos de los que lo hacen, pero si algún día un niño argentino, de padres, madres y abuelos más criollos que las tortas fritas, diciéndome “dulce o truco”, llamo a la policía-
La vomitiva estupidez de un Papá Noel tuneado como para soportar -18° cuando acá estamos sudando desde las 7 de la mañana del 3 de octubre, además de la invasión plástica de mares de pelotas brillantes, adornos bizarros, toneladas de turrones, frutas de otra estación y hectolitros de alcohol por milímetro de sangre. Eso sin contar las patéticas escenas familiares en las que no todos se hablan pero todos comen del mismo plato de sándwich.
Vengo arriesgando mi vida para no matar a alguien que me recuerda, con un calendario inventado por ellos, que hoy es el día “del trabajador civil” “del cazador de mariposas errantes” “el cartero de mensajería instantánea” “el peluquero que pone extensiones” “la trabajadora sexual con taco aguja” “el repositor de papas fritas” y el “afilador de navajas”. También me he contenido para no recordarles a los oportunistas de almanaque, que el día de “la tía”, el “ahijado” “el sobrino” “el primo segundo” y “la concuñada”, no existe más que en sus atribuladas cabezas.
De verdad, he hecho cuanto he podido para dominar la tolerancia, pero les advierto que San Valentín es demasiado para mi y voy a comenzar a disparar.
A ver si alguna vez dejamos de comprar el yanqui – pack. Hace 10, 15, 20 años atrás, el 14 de febrero era el día que venía después del 15 y antes del 16. Ahora, resulta que somos los abanderados del corazón de chocolate.
Tengo la sensación de que falta poco, muy poco tiempo para que a fines de noviembre se produzca una escasez en el mercado de pavos, porque vamos a celebrar el día de Gracias y el 4 de Julio nadie va a ir a trabajar. Por supuesto que no nos vamos a preguntar cómo sucedió, sino que estrenaremos unas lindas escarapelas azules, rojas y blancas para celebrarlo.