sábado, 22 de marzo de 2008

La soledad es un mensaje de texto que no llega


No me digas, amiga, hermana patética de más de treinta, que nunca te sentiste más sola que después de quedarte todo un fin de semana esperando un mensaje de texto que no llega.

Porque un mensaje de texto no es lo mismo que una llamada telefónica o un mail: un mensajito no se le niega a nadie!!!!!. El problema es que a veces, nadie tiene algo para decirte, ni siquiera quitándole las vocales para escribirlo más rápido.

Entonces, empezás a considerar todas las posibilidades por las cuales no te llega el sms esperado, dejando fuera, por supuesto, la consideración que más se acerca a la realidad: nadie te quiere escribir!!!.

En primer lugar, comprobás si te funciona bien la línea. Llamás al asterisco correspondiente a tu compañía de celular y te das cuenta que lamentablemente la línea está en perfectas condiciones, no así tu ego.

Después, pensás que el sujeto no – escribiente, tiene algún problema con su propia compañía telefónica, le hacés un toque emitiendo mostrar tu número para no quedar como una desesperada Penélope virtual.

Pero no, no… el chico te atiende sin demoras. Descartadas otras tantas posibilidades: que no tenía señal, que le robaron el tel, que se lo olvidó en un bolsillo, que le mojó, rompió o incendió. De eso nada: la única opción que queda en pie es la de la falta de crédito. Pero en el fondo, sabés que existe la recarga de emergencia, los artilugios no se agotan si el interés tampoco.

Siempre quedan otras cuestiones a tener en cuenta, pero son más cercanas a la ciencia ficción: por ejemplo, que el dueño del teléfono no agendó tu número, y que sin querer borró todos los mensajes de la bandeja de entrada… me ha sucedido, pero en general, coincide con una marcada falta de interés en el remitente.

En serio, chiquita que estás sola y esperas, no hay alternativas: Cuando un sms no te llega, es, lisa y llanamente, porque no hay quien lo envíe.

De nada servirá que pongas el teléfono en silencio, para que al menos te quepa la ingenua posibilidad de mirarlo de vez en cuando, menos que lo apagues, porque, te tengo una triste noticia: cuando lo enciendas y no entre el mensaje inmediatamente, te vas a deprimir más!.

Tampoco que escribas primero: porque si no hay devolución, te vas a sentir dos veces más tonta y patética. Y si te contestan, siempre te va a quedar el mal sabor de haberle provocado una cierto benevolente sentimiento de gratitud al otro, que se muestra condescendiente y solidario, ni más ni menos que eso.

En fin…..si decidiste comprarte un celular, estás condenada: los fines de semana que no tengas que hacer nada más que esperar el sms de tu desvelo, no te va a llegar. Y cuando te programes hasta el último minuto de tu viernes y sábado, porque más vale estresada que deprimida, el maldito aparatito sonará, inoportunamente, cada diez minutos, trayendo todos esos mensajes de texto que en otro momento de sano patetismo, te hubiesen hecho tan feliz……y ahora sólo son una aguja en el pajar de tu casilla saturada.

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