viernes, 11 de febrero de 2011

Por qué odio el "día D"


En serio, asumámoslo de una vez: no es normal que la gente necesite un día para festejar cada cosa. Día de la enfermera, del médico, del jardinero, del maestro, del amor, del sobrino, de la secretaria, del odontólogo. Esa afición a llenar agendas, comprar calendarios de mano para no olvidar, para saber qué día, en qué momento, a qué hora enviar el regalito, recordatorios en el celular. Estrés en estado puro.
Esa inmensa máquina de producir objetos, un día nos va a aplastar. vivir ya es suficientemente complicado sin tener que tener en cuenta esos detalles, ese ruido en nuestras agendas.
Dentro de poco no existirán días libres. Habrá que inaugurar una vida paralela para llenarla de fechas para cumplir.
Yo me acuerdo del día que escuché hablar por primera vez de Piñón Fijo, por ejemplo, cuando aún era un payaso desconocido, actuando a la gorra en las peñas de Córdoba. ¿Eso tiene algún valor para la sociedad? ¿Podría inventar una fecha que me recordara el día que escuché por primera vez hablar de Piñón Fijo?
No creo que a nadie le interese eso. A mi tampoco me interesa el día que se murió un santo que parece que tenía un aire a Roberto Galán.
También recuerdo, con una melancolía infantil, el día que canal 13 dio por concluida la noventosa serie Clave de Sol. Fue un terrible momento para mi, que era su fan número uno.
¿Podría toda la sociedad acompañarme en ese recuerdo? Sé la respuesta. Entonces, ¿por qué tendría yo que celebrar que un coro de niños cuyos padres se golpearon la cabeza festeje Halloween?
Basta con las fechas. Si no tienen en qué gastar su dinero, si buscan una excusa para justificar su adicción a la compra compulsiva, inventen un calendario propio y láncense a las calles a acallar ese animal desbocado que devora objetos. No involucren al resto de los mortales en esa necesidad con fecha de vencimiento.

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