miércoles, 22 de julio de 2009

Los cinco hijos de puta clásicos de los que las mujeres se enamoran en las redacciones


A todas las mujeres que trabajamos en los medios, nos ha pasado alguna vez de enamorarnos de uno de estos cinco ejemplares de hijos de puta. Yo sé que la tipología se adapta a cualquier profesión, sin embargo, elijo concentrarme en la mía, porque no me gusta hablar de lo que no conozco. Estos ejemplares, amigas periodistas, todas los conocemos, o al menos, tenemos una amiga que llegó a sentarse en el escritorio de al lado, el domingo a la mañana después de haber llorado como una niña de quince hasta las cinco y de haberse atiborrado de alplax. Bueno, para ustedes, chicas, mi sencillo homenaje, no sin antes, dejarles una reflexión final: Todas somos unas boludas, y deberíamos tatuarnos la L en la frente, porque nadie nos obligó a tener a ninguno de estos muertos en el placard, y no obstante, los tenemos.

Los cinco hijos de puta que se pueden hallar en una redacción y con los que seguro te acostaste alguna vez (o estuviste a punto de hacerlo)


1)- El poeta maldito (un boludo que escribe las mismas notas remanidas que todos escribimos y sin embargo le planta dos o tres metáforas en el medio y ya se siente Rimbaud) El poeta maldito sigue siendo igual toda la vida, de viejo porrea un poco menos, pero sigue escribiendo boludeces lacrimógenas, que no tienen ni la más remota alusión al periodismo. El papel, como algunas mujeres idiotas, aguanta todo.

2)- El niño abandonado: una especie parasitaria que siempre se puede hallar en una redacción. Generalmente tuvo algún problema familiar real, cuando tenía entre 2 y 7 años, que podría haber superado con terapia, pero que le viene joya a la hora de querer que alguna boluda le de el ok (me ha pasado, puedo dar fe) Sus otras versiones son: el niño huérfano, el niño no deseado (funcionan igual)

3)- Dr Jackyll - Mister Hyde: Este da más en el perfil de los editores. Es una especie de cordero con piel de lobo y no al revés, que la juega de confundir a las chicas, y tratarlas pésimo cuando está de buen humor, y bien cuando carajea a todo el mundo. Es el típico "rústico al que hay que domesticar", y algunas se lo proponen como un desafío, como bajar 20 kilos en un mes o dejar de fumar en 24 horas. Asumámoslo: El querer cambiar a sujetos a los que se les nota a la legua que quieren seguir siendo así toda la vida, es un defecto exclusivo de nuestro género.

4)- El pensador (Típicos ejemplares de diarios digitales) También lo podés encontrar en su versión columnista, editorialista, opinólogo. Es el clásico que hace 152 años que no sale de una redacción, y piensa que puede disertar sobre cualquier tema, y darle a la gente la herramienta para decodificar todas las payasadas que suceden fuera y muy lejos de su cubículo. Lo peor es que no tienen ni siquiera que ser lindos, y cuidarse un poco, no... las mujeres les damos bola igual... Lo rescatable de estos seres degenerados, es que se saben muchas palabras. Básico leer el diccionario todos los días. Porque en verdad, reflexionan con los mismos argumentos que la panadera de la esquina, pero se sienten Juan José Sebreli.

5)- El pseudo outsider. En general, es un vago. Un vago total que no quiere trabjar y que para zafar, dice que se rige por principios laborales diferentes a los de todos los demás. Quiere publicar una nota por mes, escribir sobre la floración del durazno y salir en la tapa del diario. Ese maestro se engancha siempre una mina a la que le gusta mostrarse por ahí con un freack del ambiente. Generalmente fuma como un murciélago, toma como un irlandés en San Patricio y aspira como un oso hormiguero. Pero a nosotras eso de andar recuperando adictos y llevando gente sobre nuestros hombros, nos enternece muchísimo!

Todos estos muchachos, vienen en versión "Casado-pero-estoy-a-punto-de-separarme-porque-mi-mujer-no-entiende-esta-profesión-que-suerte-que-vos-me-entendés" y "no-me-casé-nunca-porque-ninguna-mujer-entendería-esta-profesión-que-suerte-que-vos-me-entendés"

En fin, sé que algunas de mis amigas me van a decir "A vos te habrá pasado, porque lo que es a mi, nunca", y les creo. Sólo que conozco a más mujeres que se enroscaron en una relación de estas que las que nunca tuvieron el placer de acompañar a uno de sus amantes a vomitar al baño, o pasarse toda la velada romántica escuchando un compendio de anécdotas profesionales de un ególatra, que en otro contexto resultarían tan divertidas como quedarse un sábado a la noche escuchando un disco de Copani.
A todas las que sí reconocen que se tuvieron que gastar guita en psicólogos y en corrector de ojeras, y para las que pudieron zafar, mis felicitaciones, y a las que no, reaccionen, chicas! Vistos desde lejos, estos liliputienses mentales son tan interesantes como un mozo, un lustrabotas, un cobrador de seguros o un payaso. Nada más que a la luz de las redacciones, todos se ven como un proyecto de Lanata en la piel de Benicio del Toro. Pero todos y cada uno de ellos, creanme, chicas, terminan destiñendo

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