Te dejo porque elijo dejarte. Durante años me aferré a vos como a una tabla de salvación de la vida. Fuiste mi verdadero amor. Pero ahora, ya no te creo nada.
Nuestra relación, intensa, adictiva, compleja, corroída, apasionada, terminó. Se resquebrajó con cada engaño.
Me fuiste infiel, impúdicamente infiel.
Te fuiste con mis enemigos en público.
Me dejaste el corazón desarmado.
Me creí tus promesas de cambiar el mundo.
Me creí fuerte con vos al lado.
Supuse que ambos éramos parte de un ejército de justicieros.
Pero hiciste con mis ideales un paquete para tirarlos al río.
Ahora yo te abandono.
Ahora me voy a vengar de vos.
Olvidate de mi. No te creo nada. Voy a venderte, como vos me vendiste a mi.
Voy a ser cualquier cosa, escritora, poeta, aprendiz de clown, cocinera, martillera pública, hereje, mantis religiosa, prostituta, enfermera, médica de guardia, alquimista, relojera, aprendiz de mecánico, costurera, pianista, peluquera, arquitecta, psicoanalista, sexóloga, mártir, maestra jardinera, traductora de japonés, basurera municipal, tenista, portera, feminista. Pero nunca más voy a dejar que vos me mientas.
Nunca más voy a vivir de vos.
Me voy a jugar tu credibilidad al mejor postor, como vos hiciste con mis sueños.
Te detesto. No te voy a abrir nunca más la puerta.
Todas las oportunidades que te di para que te redimieras ya las perdiste. Ahora yo elijo vender en un remate lo que me queda de vos.
Todos esos cuadernos, sembrados de teléfonos que no voy a pasar nunca a ninguna agenda.
Las biromes.
Las cintas de mis grabadores viejos.
Todo.
No quiero tus huellas enfermas entre mis cosas. Tus promesas incumplidas. Te quiero lejos, muy lejos de mi, hasta que te dignes a dejar tu existencia promiscua, eso de acostarte con todo el mundo por dinero. Todo eso.
Hasta que no suceda, nuestra relación ya no va más.