Adoro que la gente se quiera, si fuera por mi, me encantaría que se cree una agencia matrimonial estatal, me parece formidable que los floristas callejeros ganen mucha plata y ojala el mundo entero estalle de amor. Pero déjense de joder con cuanta baratija yanqui encuentran por ahí, háganlo por mi, en mi honor, por mi salud mental!. ¿Es que nos vamos a enganchar con todas las festividades enlatadas traídas y por traer?
Ya he soportado estoicamente la baratez del día del amigo –como si por saludar a ciento cincuenta mil contactos te aseguraras que todos esos te dejarían dormir en su living si a las tres de la mañana se cerró la puerta de tu casa y te dejaste las llaves adentro –
La neo – pelotudez de Halloween – Lo siento por los hijos de los que lo hacen, pero si algún día un niño argentino, de padres, madres y abuelos más criollos que las tortas fritas, diciéndome “dulce o truco”, llamo a la policía-
La vomitiva estupidez de un Papá Noel tuneado como para soportar -18° cuando acá estamos sudando desde las 7 de la mañana del 3 de octubre, además de la invasión plástica de mares de pelotas brillantes, adornos bizarros, toneladas de turrones, frutas de otra estación y hectolitros de alcohol por milímetro de sangre. Eso sin contar las patéticas escenas familiares en las que no todos se hablan pero todos comen del mismo plato de sándwich.
Vengo arriesgando mi vida para no matar a alguien que me recuerda, con un calendario inventado por ellos, que hoy es el día “del trabajador civil” “del cazador de mariposas errantes” “el cartero de mensajería instantánea” “el peluquero que pone extensiones” “la trabajadora sexual con taco aguja” “el repositor de papas fritas” y el “afilador de navajas”. También me he contenido para no recordarles a los oportunistas de almanaque, que el día de “la tía”, el “ahijado” “el sobrino” “el primo segundo” y “la concuñada”, no existe más que en sus atribuladas cabezas.
De verdad, he hecho cuanto he podido para dominar la tolerancia, pero les advierto que San Valentín es demasiado para mi y voy a comenzar a disparar.
A ver si alguna vez dejamos de comprar el yanqui – pack. Hace 10, 15, 20 años atrás, el 14 de febrero era el día que venía después del 15 y antes del 16. Ahora, resulta que somos los abanderados del corazón de chocolate.
Tengo la sensación de que falta poco, muy poco tiempo para que a fines de noviembre se produzca una escasez en el mercado de pavos, porque vamos a celebrar el día de Gracias y el 4 de Julio nadie va a ir a trabajar. Por supuesto que no nos vamos a preguntar cómo sucedió, sino que estrenaremos unas lindas escarapelas azules, rojas y blancas para celebrarlo.
2 comentarios:
excelente!!
toda la razon pao, me encanta lo que escribis!!
vas a tener que empezar a protegerlo con copyright!!!
jaja besooo
Jajajaja, muy bueno Pao!!! Ta bien, defienda la identidad argentina, no tiene nada que ver festejar San Valentin ahora - aca ya esta casi demode y todos se quejan que es muy comercial y es todo acerca de la comida (como el dia de gracias, navidad y otras fiestas). Pero como todo, ya sabes, lo que descartan aca va a parar alla... resistan!!!
Por cierto, aca no se festeja el dia del amigo, y es curioso que estaba pensando el otro dia: cuan significativo es inventar una celebration basada en la fecha cuando los yanquis llegaron a la luna si ellos ni siquiera lo festejan? Habra algo mas chupamedias? Te dejo la reflexion... quiza te sirva para otro brillante blog.
Un beso,
Ceci
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