jueves, 4 de noviembre de 2010

Locos por las redes


Ahora sí: estamos todos locos. Yo no soy de las personas que se pelean con las redes sociales, las abren y las cierran, las culpan de las injusticias del mundo, las navegan todo el día y después las niegan (en verdad, ningún invento debe haber sido negado tantas veces como facebook o twitter). Las tomo como vienen, una herramienta más de comunicación, como el telégrafo, el megáfono, el telex, el fax, el telegrama, la esquela, la paloma mensajera el sms o el avioncito de papel. Están ahí para usarlas, son entretenidas y forman parte de nuestras vidas modernas, inevitablemente.
Sin embargo, creo que hemos empezado a enloquecer. Y de esto, tienen más culpa los adultos enchochecidos con la decadencia de twittear hasta cuando tiran la cadena del baño, que los adolescentes geek, cuyas vidas penden de un auricular y padecen estrabismo visual de tanto mirar la pantalla.
Señor y señora twitteros, muchachas y muchachos facebookadictos, les hago un especial llamado solidario.
Basta de creer que se pelean con la gente insultándose por twitter. Basta de despedir a los empleados por las boludeces que escriben en el muro. Basta de hacer pasar la vida real por este filme de ciencia ficción.
Amigos virtuales.
Jefes virtuales.
Peleas virtuales.
Sexo virtual.
Desayunos virtuales.
Juntadas virtuales.
Familias virtuales.
Médicos virtuales.
Inseminación virtual.
En cualquier momento, perderemos la tercera dimensión de la vida y nos veremos en 2D. Planos, achatados, circularemos las calles. Dejaremos de comer y sólo haremos fotosíntesis con la luz de la pantalla.
Yo digo que si se pelearon con alguien vía twitter, den la pelea de baja, busquen a la persona y peléense como cualquier hijo de vecino, aún yéndose a las manos, pero a las de carne y hueso.
Si se enamoraron por twitter o facebook, piensen que es tan real como mantener una relación con el actor de una novela. ¡Indispensable es pasar al mundo real! Buscarlo o buscarla y remontar la situación en tierra firme.
Basta de contarle a la población que están salando la carne, poniendo el agua para el mate o cambiando la lámpara de bajo consumo. No sé a quien le interesa llevar la cuenta de cada cuanto un político se lava los dientes o riega las plantas. A ver si nos entendemos, ciberahólicos navegantes:
“Es como si” estuvieran en la casa de sus ídolos,
“Es como si” les contestara el ministro de,
“Es como si” vieran a CFK escribiendo sus tweets, NO ESTÁ PASANDO EN NINGÚN LADO.
Twitter y facebook, mal que nos pese, no existen. No está bien citarlos como fuente periodística única y darles una entidad de testigos de nuestras vidas.
No están vivos, por lo tanto son inimputables. Si perdiste una relación, o laburo, y mucho tiempo por estar atrapado en la red (social), dejá de echarle la culpa a Mr Facebook y a Messieu Twitter.
Sos vos, que no ten podés despegar, porque sentís que estas dentro de un crucero cibernético del que no te vas a bajar sino a riesgo de perder tus contactos, tus seguidores y tener que salir corriendo a comprarte una vida, que desde que crees que en twitter o facebook todo lo que pasa es real, extraviaste sin remedio.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Receta infalible para ser un "pelotudo deluxe"


En estos tiempos en que hasta un helado de dulce de leche y chocolate tiene que venir tuneado, y que darle ese valor agregado ridículo que el marketing indica, consiste en señalarlo en la lista de la heladería como “sweet of milk in the sky” o “chocolate gold across the universe”, todos tenemos que tener una fórmula para pertenecer al círculo íntimo de la boludez Premium. Por eso, quiero proporcionarte, querido amigo, apreciada amiga, algunos tips para convertirte en ese pelotudo incomparable, que merece una medalla de oro en el Salón de la Pelotudez 2010.

• Indispensable conseguir un celular último modelo, blackberry que te adivine hasta el estado de ánimo o I Pod que hasta recite las declinaciones en latín. No podés quedarte afuera del selecto grupo de pelotudos que se sienten exclusivos haciendo sonar esos pequeños monumentos a la dependencia comunicacional en cuanto lugar incómodo pueda existir: micros llenos, ascensores herméticamente sellados al vacío, la cola del rapipago entre el 5 y el 10 de cada mes, o la sala de espera del odontólogo.
• Twittear a cada rato y sin parar todo, absolutamente todo lo que te encuentres haciendo o pienses hacer en los próximos diez minutos, hora y media o diez años. “Salando la carne”, “abriendo la canilla del baño”, “cambiando la pastilla desodorante al inodoro” “comprando berenjenas en la verdulería” “depilándome las cejas” o “hirviendo el mondongo”, son cosas que toda la sociedad tiene que saber de vos. Por favor, no nos prives de eso.
• Pasarse una semana entera comiendo hojas de lechuga condimentadas con sal de mar, para el domingo agarrarse un atracón memorable con cuatro kilos de asado, dos baldes de helado y ciento cuatro libras de papas fritas.
• Si sos mujer, tener dos, tres o cuatro trabajos “porque soy una mujer independiente” y después llegar a la casita y atender a marido, hijos, mascotas y plantas abnegadamente. Un acto de pelotudez desmedido, si los hay.
• Succionar insistentemente las medias, zoquetes y medibachas de los jefes o jefas, superiores o gente de gran importancia dentro del medio en el que uno se desempeña. Algunos lo consideran un acto de inteligencia necesario. Yo creo que es uno de los grandes actos para exacerbar la pelotudez que existen sobre la tierra.
• Pasarte un día entero enviando mensajes de texto a alguien que no quiere y no va a responder a nuestro pedido desesperado. Ante el reclamo de acoso, asegurar que el celular se volvió loco y envió tres veces el mismo mensaje. ¿Quién no ha cometido este acto de inferioridad intelectual alguna vez?
• Jurar y perjurar “a esta cama no he de volver” y encontrarse de nuevo enredado en las sábanas más inconvenientes del mundo.
• Envidiar los logros de los demás pero intentar disimularlo con una media sonrisa electrificada en la cara
• Pasarse el día criticando los errores ajenos mientras puertas adentro de tu vivienda no sos capaz ni de darle vida a un tamagotchi
• Juntarte con gente que hace años que no ves y no parar de mentir acerca de tu exitosa vida. Eso es tan decadente que deberías estar preso por falso testimonio.

Estos son algunos de los motivadores argumentos que pueden llevartete a ganar el título del Pelotudo Argentino por antonomasia, que el periodista Jorge Lanata inentó describir a través de su manual. Y sino, apenas una mención, apenas una nominación para el empleado del mes del emporio de la boludez humana, ese que con tanta garra nos han intentado enseñar por años. Si es así, apenas te ganás un espejo retrovisor, para que viajes constante sintiendote acosado por la inteligencia, que aunque te persiga, siempre sabrás como ponerte al resguardo.