jueves, 16 de septiembre de 2010

El blog más pelotudo del mundo


Cae esto frente a mis ojos, de la mano de mi amiga Vero Césari, y realmente, me siento superada en toda mi credibilidad. Quien escribió esta pelotudez se merece ser quemado en una hoguera, rodeado de féminas enardecidas, pinchándole alfileres en los ojos.
http://www.days28diasconvos.com/menstruacion/look/un-aire-romantico.aspx

Es una nueva forma de hacer publicidad de una marca de toallas higiénicas que postula que los días en los que estás menstruando, que para el 99.68% de la población mujeril del planeta son los peores del mes, para el reventado que escribe este ridículo posteo son los más deliciosos e irrepetibles de la vida, el síndrome premestrual es equivalente al enamoramiento y la hinchazón no es más que alegría acumulada.
A continuación, haré catársis con las peores frases estampadas en este manifiesto a la ignorancia femenina.

“Mientras estás menstruando, posiblemente irradies cierto aire soñador, aún sin notarlo”

Qué clase de sádico escribió esto? Me atrevo a pensar que debe de ser un hombre, porque al que se le ocurrió semejante afirmación, en su vida menstruó.
¿posiblemente irradies cierto aire soñador?
Oime, maldito cuadrúpedo, ¿no tenés idea que las mujeres cuando estamos menstruando lo que irradiamos es un enfurecimiento hacia la humanidad, un aire de maldición a todos los seres de la faz de la tierra? ¿soñador? Con lo único que soñamos es con clavarte un tenedor en el cerebro.

“Atravesar este momento del mes es tener la excusa perfecta para acompañar tus días con tonos pastel, telas livianas y sueltas, y detalles sutiles”

No, si definitivamente, este pelotudo se resbaló en la ducha y se desnucó antes de ponerse a crear la publicidad más irracional del mundo.
Escuchame, premio Clío a la imbecilidad publicitaria, ¿te imaginás que si alguien está menstruando se va a poner un pantalón color salmón? Una faldita amarilla patito? Un baby dall de tul para salir a la calle? Idiota! Recapacitá y matate!
¿Detalles sutiles? El único detalle sutil que me pondría en este momento es una treinta y tres en el cinturón para salir a buscarte.

“colores pastel como el celeste cielo, el rosa viejo, el naranja aduraznado, suelen ser súper favorecedores para todo tipo de cuerpo y todo tono de piel, porque suavizan los rasgos del rostro tanto como dan un realce suave al resto del cuerpo. De acuerdo con especialistas en moda y tendencias, esta paleta, que también puede incluir el blanco puro, da a las prendas un plus de dulzura y sencillez, que en ocasiones puede reforzarse un poco más con estampados de flores pequeñas o detalles en otras telas”

Me gustaría incrustarte una minipimer en el lóbulo frontal, grandísimo hijo de puta especialista en moda y tendencia que crees que por estar menstruando una tiene que salir a la calle vestida con una funda de colchón con flores.

“El look romántico está más que asegurado si, además, procurás que esos colores vengan en tejidos sueltos, delicados y livianos, como la gasa, la seda, o los algodones orgánicos, que tan bien sienta a la piel y tan grato vuelve el contacto. Para lograr un aspecto ciento por ciento romántico, recurrí a un maquillaje natural, con un poco de gloss en los labios”

¿qué look romántico puede tener una mina que además de ir a trabajar, al supermercado, cuidar niños, ordenar su vida, estudiar, hacer cuentas para que el sueldo le alcance hasta fin de mes, llevar la casa al hombro, además de todo eso, se le parte la cabeza, está hinchada como un sapo, le explotan los ovarios y tiene unas ojeras como dos bolsas de consorcio?
Escuchame, Osho de cabotaje, Stamateas de poca monta, sopenco ridículo que no tenés otra cosa más interesante que hacer que relacionar la menstruación con el “color naranja aduraznado” y con “los tejidos sueltos y orgánicos”, todas las mujeres que nos sentimos insultadas en nuestra inteligencia y más aún, las que están menstruando, vamos a salir a buscarte. Te vamos a encontrar, y te vamos a ajusticiar, te lo advertimos para que corras a esconderte de nosotras. Somos muchas y queremos venganza.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Adictas a las relaciones de outlet


Quien se acercó alguna vez a oler leche rancia, se clavó agujitas debajo de la piel para “ver qué se siente”, o lloró reiteradas veces con la muerte de la mamá de Bambi, puede entender por qué algunas mujeres tienen esa extraña adicción a buscarse relaciones de segunda selección, sólo por el simple placer del masoquismo.
No voy a sacar los pies del plato, porque yo también lo he hecho, también he mirado doscientas veces el celular en busca de un mensaje de texto que no llega, y me he entusiasmado con tipos que me valoraban tanto menos que a su bicicleta. No voy a negar que me he tomado taxis en la mitad de la noche, jurando nunca más volver a ciertas camas y he regresado, contenta de romper esa promesa, a los tres días. También me he sostenido, como un náufrago a una boya, de frases pelotudas como “siento algo por vos, pero no me animo a decirte qué”, o “la verdad, es que no me licuás la cabeza, pero tampoco me sos indiferente”, una colección de paparruchadas sin sentido, pero que en el momento de querer “ser algo de” te sirven.
Para mi la respuesta es que somos una generación que creció con las telenovelas de Andrea del Boca, en las que si no sufrías, no te habías enamorado. Tenías que llorar, y revolcarte en el lodo de la desilusión, el desamor y el abandono para conocer bien de cerca lo que es un verdadero sentimiento apasionado. Eso de ser felices y punto, no contaba.
Por eso, la cosa está en sentirse una porquería por un buen rato, que te maltraten, te esquiven, te usen como a una pantufla y luego, te olviden debajo de la cama, ¡eso está buenísimo! Eso, eso tiene onda.
Que el mismo que antes te asedió a mensajes de texto, correos electrónicos, regalos, invitaciones, llamadas y otros subterfugios de la comunicación ahora desconozca tu número, no te llame ni para saber si te mató el monóxido de carbono de una estufa que quemaba mal, no es tan grave. Siempre aceptamos esas justificaciones fuera de lugar, que sabemos que son tan creíbles como una pelea entre vedettes.
Si en cambio asumiéramos la relación de segunda selección como cuando compramos una prenda fallada, sabiendo que es eso, un pantalón mal cortado, un vestido sin breteles, un par de zapatillas de distinto número o un saco sin botones, todo estaría bien, qué más da. Pero no, no, no. Las mujeres a veces adquirimos esos paquetes como si nos estuviéramos llevando un vestido de Dolce & Gabbana, por unas moneditas nada más, que equivalen a nuestro sufrimiento diario.
Y para peor, lo coronamos con esa frase que nos encanta decir, porque parece que nacimos con tendencia a enarbolar causas perdidas: “ya va a cambiar”. A ver, querida mía, amiguita que ya rozás los 40, y que seguís creyendo en que si frotás la lámpara de Aladino, un geniecillo te salvará del artefacto descompuesto que compraste, te lo voy a decir con todas las letras, en castellano, imprenta y mayúscula: NO VA A CAMBIAR. El que siente algo por vos, te lo dice, el que te quiere, no te hace sufrir. Si querés seguir navegando en el mar de mentiras piadosas en el que decidiste sumergirte, será mejor que te compres unos cuantos ovillos de lana, y comiences a tejer de día y a destejer de noche, como Penélope, esperando el milagro. Y sino, estaría bueno que aceptes que ese personaje que aparece de vez en cuando, no te llama nunca, y te elige para hacer más llevaderos sus domingos a la tarde, no estará dispuesto a acercarte hasta la puerta de tu casa, abrirte la puerta del auto y ofrecerte un pañuelo cuando quieras llorar en su hombro. El que te quiere, no te hace esperar, te lo va a reconocer y punto. Dejemos de engañarnos, en un outlet no hay modelos de colección, a no ser que busques un par de especimenes para llenar tu nutrido insectario. En ese caso, te podés ir gestionando una buena caja de alfileres, y comenzar a pinchárselos en la espalda.