lunes, 8 de marzo de 2010

Esto también es violencia de género


Las mujeres muchas veces constituimos, y lo reconozco, un grupo humano incomprensible. Si tenemos un tipo que nos persigue queremos ser Perdita Durango, y si tenemos un caballero inglés queremos a Jim Morrison, y si nos celan nos gustaría que se convierta en el Capitán Frío, y si es muy frío queremos que sea Otelo. Eso es un abc que no pondré en discusión. Sin embargo, tenemos que soportar actos de violencia como el de la foto que ilustra el post.
¿Me pueden explicar a qué mente degenerada, a qué sexista impúdico se le ocurrió inventar esta porquería del set de herramientas rosa? ¿Es para lavar las conciencias percudidas, y darnos un lugar en la sociedad que se parezca al de ellos?
Esto es el paroxismo de la discriminación. La hora pornográfica de la industria ferretera. Lo mismo que regalarle a una nena una mini tablita de planchar, una pala y una escobita. Con todo respeto para los delirantes padres o arcaicos abuelos, o siniestros tíos que otorgan un karma en forma de juguetito inocente a la niña que encima, y para pesar de sus conciencias se los agradece, pero sería mejor la nada misma que ese grillete lúdico que se les dio por comprar.
Lo mismo, exactamente lo mismo pienso de esta indescriptible mierda rosada. En la foto no se aprecia lo hondo del insulto, pero es que ni siquiera se trata de herramientas de verdad, que sirven para clavar una silla, poner un taco fisher en una pared, pelar un cable o cambiar un cuerito. No. Es una mentira decorativa que si la usás para trabajar, se rompe. Ah, eso sí. Es cool, pink. Rosa Chicle. Qué bien. El martillo se dobla al medio al segundo golpe y la pinza no sirve ni para depilarse las cejas.
Un poco de respeto. Cada una de nosotras se puede armar una cajita con herramientas que sirvan de verdad aunque sean de distintos colores y queden machucadas, viejas y se desafilen de tanto usarlas.
Este set lo pueden guardar para jugar a la manicura con Belén Francese mientras inventan rimas vergonzosas o para limarle las uñas a Maru Botana embarazada.
Pero hagan el favor de dejar de fabricar esas porquerías como si fuéramos a asistir a la Telescuela Técnica de la Pantera Rosa. Es tan hipócrita como decir “Todos y Todas” en un discurso.
Si La panacea de la igualdad de derechos viene en un pink tool set para arreglar los muebles de la casa de la Barbie, estamos al horno y con papas. Pobre Simone de Beauvoir, Alicia Morau de Justo, Virginia Slim, María Curie, Frida Khalo. Mejor que no despierten. Un siglo de luchas para que a un fontanero de cabotaje se le ocurra fabricar esta apoteosis de la discriminación femenina.
Si te encuentro, aprendiz de black and decker, te hago construir una réplica de la Torre Eiffel con ese puñado de herramientas pedorras.

jueves, 4 de marzo de 2010

El terremoto que nos parió

Es difícil sobrevivir en una ciudad separada sólo por 500 kilómetros del lugar en donde se produjo el mayor terremoto de los últimos 50, 100 años. Una está pensando todo el tiempo en que se le va a caer una viga en la cabeza mientras está durmiendo, en que se va a despertar directamente en el más allá, tocándole el timbre a San Pedro, en que si no tiene un paquete con cien velas, doscientas cajas de fósforos, un paraguas, un paracaídas, un bote inflable, una traje de neoprene, una balsa, patas de rana, una carpa para 8 personas, una motoniveladora, una retroexcavadora, un casco espacial, un equipo de parapente, un pararayos, un sol de noche, diez cajas de pilas, unas inyecciones de penicilina, cloroformo, un bisturí, hilo de sutura, suero glucosado, un tanque de agua mineral, 5 litros de alcohol fino, y una casilla rodante a mano, no va a contar el cuento. Pero lo peor, se los digo en serio porque desde el sábado 27 de febrero a las 3.34 de la mañana, es escuchar el rosario de pelotudeces que dice la gente en la calle, pero puntualmente, en el colectivo.
Nobleza obliga, esta vez no voy a echarle la culpa a los medios de comunicación, sino a los de transporte. Porque claro, es muy fácil cargar las tintas sobre el inmundo contenido de la tele, la desinformación de las radios, la falta de rigurosidad de los diarios, en fin, esa capacidad incalculable que tienen los medios de hablar, mostrar y escribir estupideces varias. Y no es mentira.
Pero tampoco es mentira que la gente, lo primero que hace es correr a sintonizar una radio, prender la televisión y fijarse si hay internet cuando pasa algo así. O sea, nos quejamos pero vivimos de esa conexión, de esa sensación de-estar-ahí-en-el-minuto-preciso-en-el-momento-indicado. Y vivimos puteando a los medios, que desinforman, que alarman y que aconsejan tirarse debajo de una mesa como si la mesa no se fuera a partir por la mitad con un terremoto de casi 9 grados. Digamos que los medios nunca salen airosos de esta clase de situaciones, van al banquillo y resulta que al final casi provocaron la catástrofe.
Pero la gente, con todo respeto simples mortales, la gente es una hija de puta. Yo que tardo unos 20 minutos en llegar a mi trabajo y que me convierto en integrante de un pasaje del que me gustaría abstraerme, desde que tembló no puedo dejar de escuchar, casi como un acto masoquista, como oler leche podrida, o mirar un perro muerto al costado de la ruta, no puedo dejar de escuchar las sarta de increíbles, inverosímiles versiones que los ciudadanos impunes transmiten en el colectivo.
De repente, todos se recibieron de ingenieros en construcciones, y saben que si un edificio estuviera construido sobre una base de merengue italiano no se hubiera caído sino que hubiera flotado. De repente todos tenemos un tío abuelo que conoció a un primo segundo de Nostradamus y que en 1565 predijo que el mundo se iba a correr de su eje en una madrugada de febrero del 2010.
Todos saben interpretar los sueños y tienen un contacto en facebook que diez días antes del terremoto dejó un mensaje en el muro de sus amigos diciendo “junten velas, compren cascos, porque se viene un terremoto y el gobierno lo quiere ocultar”, todos tienen “un video” a lo Jorge Rial, en el que se ve borrosa la imagen de la virgen desatanudos que viene navegando sobre la ola del Tsunami que taparía la Cordillera de los Andes en el 2010.
Digo yo, ¿qué condena hay para esa manga de inadaptados, alarmistas, boicoteadores de la ciudadanía en general, degenerados sociales que impunemente van sembrando el pánico de colectivo en colectivo? ¿Por qué no están incluidos en el Código de Faltas y penados con diez días de prisión efectiva los vende humo que se saben la historia del canillitas chileno que en lugar de gritar para vender diarios el viernes 26, pregonó el terremoto esa misma tarde y el gobierno lo mandó a reprimir?
¿Por qué no se los conmina a realizar trabajos comunitarios a los que aseguran que en diez días más tiembla acá y que Mendoza va a quedar divida, la mitad para San Juan y la otra mitad para Neuquén y en el medio va a brotar el océano Pacífico y van a llover brótolas durante siete días y siete noches?. Basta.
No los soporto más. Si quieren ir a llevar sus cuentos, paguen un espacio en FM Andrómeda y hagan un trasnoche con música de suspenso para contar sus remanidas y vulgares anécdotas, inventadas por el fiambrero. Si tantas ganas tienen de morirse, no vayan a contagiar a los demás, yo me ofrezco a empujarlos debajo de las ruedas del colectivo para que el final les llegue antes y no lo vayan anunciando reiteradamente.
Si tantas ganas tienen de morirse, es porque SE TIENEN QUE MORIR, DEBEN HACERLO, por el bien y la tranquilidad de los demás. Desde ya, cuentan con todo el respaldo de mi parte.