Hace unos días leí por ahí que habían elegido a Hugh Laurie el hombre más sexy del mundo
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Esto me despertó una reflexión… hay algo de cierto, chicas, en que a las mujeres lo que nos atrae verdaderamente es que no nos den bola. Es cierto, porque convengamos, el hombre es lindo, pero tampoco da para considerarlo el más sexy del planeta tierra y sus alrededores. Sin embargo, hay algo, esa mezcla de amargo y desamparado, que hace que a una la atraiga como mosca a la miel. Esa cosa de “te quiero, pero como soy imbancable te rechazo” es lo que nos gusta, si, si, confesalo, querida!!!!!! Te gusta esa onda de te-empujo-fuera-de-mi-casa… Te gusta….! Te gusta para poder volver, para ingeniártelas buscando una excusa, un pretexto, un camino alternativo, y así te rechace 115 veces, lo volverías a intentar 116 veces más.
Y eso es porque, todas, desde la más tierna infancia, hemos tenido la fantasía de que lo vamos a cambiar. Todas soñamos con que nos toca Mr Hyde y lo transformamos, por obra y gracia de nuestro embrujo femenino, en un inteligente Dr Jackyll casero, que pasa de emborracharse con alcohol de quemar, fumarse hasta los malvones del patio y pasarse el fin de semana tirado en su cama con las persianas bajas, a hacer el asado, regar el jardín y llevarte al Easy a comprar plantitas nuevas…. Es el cuento de nunca acabar, todas lo escribimos con la mente alguna vez.
Lo que nos atrae de House es esa mirada displicente, esa desgraciada frialdad que nos pone especialmente insisti-idiotas, esa sistemática forma de rechazo lo que nos despierta un sentimiento de repetición hacia el infinito. Ahí está, él rechazando la apuesta y ella duplicándola, convirtiéndose en una especie de Pepe Le Pew de carne y hueso. Espero que te recuerdes del personaje ese, era el dibujo animado de los 80’ en el que un zorrinito saltarín iba en busca de una zorrinita, que en verdad era un gato y que no hacía otra cosa que rechazarlo, escapándose a las corridas, mientras Pepe iba saltando en dos patitas tras de él. Su frase característica, en tono afrancesado era “mi zoguinita”. Tal cual…mientras más despreciativo se muestra House, con esos ojos azules que te hablan desde su más profunda inefabilidad, más te quedarías en tu casa todo el fin de semana viendo la 5 temporada por tercera vez. Basta de mentir diciendo que la serie está buenísima, y toda esa patraña, porque todas sabemos que esas enfermedades son imposibles de digerir y que si te toca un médico así, de lo único que tendrías ganas es de tirarte de la terraza del hospital en cuanto te pudieras mover como una medusa unicelular. Lo que te hace no separarte de Universal Channel a las 20 de lunes a viernes, es que House representa a esa clase de hombres de los que una mujer difícilmente no pueda quedar prendada…todas hemos sido alguna vez adictas al fracaso, querida. Vos, yo, tu hermana y Chichita de Erquiaga, todas.