miércoles, 14 de julio de 2010

Todas las familias, la familia


A quién le quepa el poncho, que se lo ponga. Hoy por hoy, mis queridos, la familia ideal no existe. O más bien, lo que nosotros llamamos “familia ideal” es el equivalente a la familia heterosexual, blanca, occidental y de mediados del siglo XX, cuando los modelos mediáticos eran los Campanelli, los Pérez García, los Ingalls. Basta con eso.
Hoy llamamos familia a quienes nos contienen, nos dan amor, la familia es la familia nutricia. De afecto y abrigo. Por favor, dejemos de ser tan estrechos de mente, familia es una mamá sola con sus hijos, familia son dos abuelitos que se hicieron cargo de criar a los nietos, familia es un hermano o hermana mayor que tomó la posta de cuidar a los más chicos, familia son dos papás que adoptaron un niño, dos mamás que van a enfrentar la vida y los prejuicios de ser lesbianas pero que no se amilanan ante esto, familia es una decisión de vida, no un modelo retrógrado de papá y mamá en forma excluyente.
Conozco familias de todos los colores, de todos los formatos, y que no responden al modelo obligatorio que impone un credo para la sociedad en su conjunto. Sin embargo, siguen adelante. Conozco la historia de una mamá lesbiana que está sola con sus hijos. El padre, brilla por su ausencia, la madre tracciona a sangre la casa. Su pareja es más referente de amor para ellos que el padre ausente.
Mi sobrino Tobías, al que quiero con toda el alma, no tiene papá. Vive con la madre y la hermanita. No tiene papá porque un día el padre salió sin casco en una moto, y se mató. Al Tobías lo criamos entre todos, no tiene imagen paterna disponible, y aunque no es fácil, vive y crece igual, al calor del afecto que le damos. No somos perfectos, pero hacemos lo que podemos, y estoy segura que eso cuenta (y mucho) para él.
Tengo una gran amiga que tiene una hija y jamás convivió con el padre. El padre y ella comparten la crianza, la niña vive en distintas casas en igual cantidad de tiempo. Su familia no responde al modelo “papá y mamá” impoluto. Pero esa chica de tres años, es una persona feliz (y se le nota).
Otra amiga, madre soltera. El señor se borró de inmediato al enterarse del embarazo. El hijo fue la noticia menos esperada, pero mejor recibida. Tiene madre, hermana, abuela, y sobre todo, tiene amor. Suficiente.
Podría seguir hasta pasado mañana a las tres de la tarde mencionando casos. Estos chicos se harán grandes, tendrán un lugar donde resguardarse cuando se sientan tristes, cuando pierdan su juguete preferido, tendrán donde curar una frustración, donde reciban sus logros con alegría, donde aprendan a andar en bici sin rueditas, esas cosas importantes de la vida que no se borran jamás de las retinas y del corazón.
Basta con la estrechez de mentes. No le hace bien a una sociedad tan lastimada como la nuestra esto de tener un país dividido por la mitad y en medio, una zanja de prejuicios.
Basta de embanderar la discriminación como un valor en las escuelas, basta porque me da vergüenza. Me gustaría que los chicos que me rodean crezcan despojados de prejuicios. Preferiría que por todo himno, se aprendieran la canción de los Beatles. All you need is love, for ever. Sólo la apertura de mentes nos hará libres, y por lo tanto, felices.